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lunes, septiembre 28, 2009

Dejame despertarte


Dejame despertarte en un tierno amanecer,
escribiendo versos invisibles sobre tu mirada.
Donde en un mar de sabanas, el querer,
sea el dueño de nuestra morada.

Dejame despertar tu dulce mirada,
fundiendo, junto a la sinfonia de nuestros corazones,
que nacen de la magia dorada,
mil y un besos vestidos de sentimientos.

Dejame despertarte con la magia de las palabras,
con versos escritos con el alma.
Dejame despertarte cada dia al alba,
y fundir nuestros corazones en las brasas.

miércoles, septiembre 23, 2009

La chimenea




Un joven que había estudiado lógica, acudió a un rabino y solicitó ser instruido en Talmud.
"¿Lógica?" - preguntó el rabino - "dudo que eso sea suficiente para estudiar Talmud, pero te tomaré una prueba. Supongamos que dos hombres bajan por una chimenea, uno sale con la cara limpia y el otro con la cara sucia ¿Cuál se lava la cara?"

"Eso es fácil, el de la cara sucia" - respondió el estudiante

"Incorrecto" - dijo el rabino - "el de la cara limpia. Veamos: el de la cara sucia mira al de la limpia y piensa que su cara también está limpia. El de la cara limpia mira al de la sucia y piensa que su cara está sucia, así que él se lava la cara."

"No pensé en eso" - admitió el joven - "deme otra oportunidad".

"Volvamos a empezar. Dos hombres bajan por una chimenea, uno sale con la cara limpia y el otro con la cara sucia ¿Cuál se lava la cara?" - Planteó el rabino.

"Recién hemos respondido, aquel con la cara limpia" - contestó el estudiante.

"No. Ambos se lavan la cara - dijo el rabino - Aquel con la cara sucia mira al de la limpia y piensa que su cara está limpia también. Pero el de la cara limpia mira al de la sucia, y piensa que su cara también lo está, entonces se lava. Cuando el de la cara sucia ve que el de la limpia lava su cara, él también se lava. Por lo tanto ambos lavan su cara".

"No me di cuenta de esa alternativa" - expresó el joven - "deme otra oportunidad".

"Está bien. Dos hombres bajan por una chimenea, uno sale con la cara limpia y el otro con la cara sucia ¿Cuál se lava la cara?" - Preguntó el rabino.

"Ambos lavan su cara" - respondió con énfasis el estudiante.

"No. Ninguno de los dos". - Dijo el rabino - "Aquel con la cara sucia mira al de la limpia y piensa que la suya también lo está. El de la cara limpia mira al de la sucia, y piensa que su cara también está sucia. Pero cuando él ve que el hombre de la cara sucia no se lava, él tampoco se lava. Por lo tanto ninguno se lava."

"Una última oportunidad y le demostraré que puedo estudiar Talmud" - pidió el joven.
"Dos hombres bajan por una chimenea, uno sale con la cara limpia y el otro con la cara sucia ¿Cuál se lava la cara?" - Volvió a plantear el rabino.

"Ninguno" - exclamó triunfalmente el estudiante.

"¿Ves ahora por que la lógica no es suficiente para estudiar Talmud? ¿Cómo es posible que dos hombres que bajan por la misma chimenea, uno salga con la cara sucia y otra con la cara limpia? ¿No ves que la pregunta es tonta? Y si intentas contestar preguntas tontas, tu respuesta será tonta. Así que aprende algo más de lógica antes de que intentes estudiar el Talmud." - Sugirió el rabino.

Extraido: Internet

miércoles, septiembre 16, 2009

EL ultimo trato (La felicidad)



Una mañana iba yo por la pedregosa carretera, cuando espada en mano, llegó el Rey en su carroza.

"¡Me vendo!", grité.
El Rey me cogió de la mano y me dijo:
"Soy poderoso, puedo comprarte."
Pero de nada le valió su poderío y se volvió sin mí en su carroza.
Las casas estaban cerradas en el sol del mediodía y yo vagaba por el callejón retorcido cuando un viejo cargado con un saco de oro me salió al encuentro. Dudó un momento, y me dijo:
"Soy rico, puedo comprarte."
Una a una ponderó sus monedas. Pero yo le volví la espalda y me fui.
Anochecía y el seto del jardín estaba todo en flor. Una muchacha gentil apareció delante de mí, y me dijo:
"Te compro con mi sonrisa."
Pero su sonrisa palideció y se borró en sus lágrimas. Y se volvió sola otra vez a la sombra.
El sol relucía en la arena y las olas del mar rompían caprichosamente. Un niño estaba sentado en la playa jugando con las conchas. Levantó la cabeza y, como si me conociera, me dijo:
"Puedo comprarte con nada."
Desde que hice este trato jugando, soy libre.

Extraido de: internet, http://hoyquierocontarte.blogspot.com

jueves, septiembre 10, 2009

Letras en la noche


Y la noche da un trago al tiempo,
perdiéndose en los recuerdos.
Y a la dulce luz del momento,
nacen palabras y brotan sueños.


Un suave caricia sobre el papel imaginario,
surgen de la nocturna fuente,
sentimientos del reino de la mente,
plasmados, mas tarde, con la pluma de un diario.


La noche da cobijo a los escritores,
es la dama imaginaria y musa de los lienzos,
donde, no es el pincel, sino la pluma,
la que dibuja, junto palabras, mil flores.

miércoles, septiembre 09, 2009

La carreta vacia



Caminaba con mi padre, cuando se detuvo en una curva y, después de un pequeño silencio, me preguntó:

- ¿Oyes algo más, que el cantar de los pájaros?

Agudicé mis oídos y algunos segundos después, le respondí:
- Sí, es el ruido de una carreta.

- Éso es, -me dijo.- Es una carreta vacía.

Pregunté a mi padre:
- ¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la hemos visto?

Entonces, otra vez mas, me mostró su sabiduría:
- Es muy fácil darse cuenta: "Cuánto mas vacía está la carreta, mayor es el ruido que hace".


"Me convertí en adulto y hasta hoy, cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y tratando con superioridad a los demás... O a aquellos, que no pueden estar sin el estímulo de parlantes o de un televisor, que impiden todo tipo de diálogo, tengo la impresión de oir la voz de mi padre diciendo:

- "Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace". Y a la vez : "cuánto se regocija el corazón, cuando vemos pasar una carreta repleta de carga preciosa... Silenciosa... Plena.

Extraido de internet, popular.

jueves, septiembre 03, 2009

Con las manos abiertas




Un dia un chico de trece años paseaba por la playa con su madre. hubo un momento en que la miró con insistencia y le preguntó:
-Mamá, ¿qué puedo hacer para conservar un amigo que he tenido mucha suerte de encontrar?
La madre pensó unos momentos, se inclinó y recogió arena con sus dos manos. Con las dos palmas abiertas hacia arriba, apretó una de ellas con fuerza. La arena se escapó entre los dedos. Y cuanto más apretaba el puño, más arena se escapaba. En cambio, la otra mano permanecía bien abierta: allí se quedó intacta la arena que había recogido.
El chico observó maravillado el ejemplo de la madre entendiendo que, sólo con abertura y libertad, se puede mantener una amistad, y que el hecho de intentar retenerla o encerrarla, significaba perderla.

Autores: Jaume Soler y M: Mercé Conangla, del libro Aplicate el cuento.