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domingo, noviembre 20, 2011

La razón del silencio


El rincón del silencio camina de nuevo,
La alegría de las miradas de tu castillo ha caído.
El horizonte se ve vencido por el tiempo,
Su dueño te ha llevado y el silencio a ganado.


Atrás queda tu mirada de ilusión,
Tu llamada a la mujer que tiene tu corazón.
Rota la voz del dolor a tu partir del amanecer,
Y miles de momentos compartidos en infinito querer.

Y con tu silencio llega el frío,
Abriendo su abrigo de incomprensión.
Ahora comienzas un nuevo camino viejo amigo,
Como el que me viste tu comenzar hace ya años contigo.


Que, donde tu corazón te lleve ahora, nunca te falte amor,
Que los recuerdos que te llevas nunca te dejen de dar calor.
Descansa y vive viejo compañero,
Y que tu imagen camine siempre de la mano del recuerdo.

martes, octubre 25, 2011

Cuento Sabio





Cierta vez en un antiguo monasterio un discípulo consternado,
porque sus compañeros, sus condiscípulos, se dividían en opiniones sobre el,
algunos buenas… otras malas, a veces unos lo criticaban,
a veces los otros lo elogiaban.
Y en verdad este joven muchacho subía y bajaba en sus estados de ánimo
según la opinión de sus compañeros.


Cierta vez caminando por los jardines del monasterio vio a uno de los viejos maestros,
que daba sus enseñanzas transitando por allí. Se acerco, se puso a su lado, y le dijo:


- Maestro, un grupo de condiscípulos suele elogiarme ante mis actos,
y yo me siento pleno.

- ¿El otro grupo?- dijo el sabio maestro.
- El otro grupo me critica, el otro grupo me denosta, el otro grupo me subestima.
- ¿Y que te sucede muchacho?- pregunto el sabio.
- Caigo a lo más profundo, pierdo la confianza en mí.

El joven al decir esto espero una respuesta del maestro.
El maestro lo miro, siguió caminado, el muchacho siguió a su lado,
de repente el anciano se detuvo dio media vuelta lo miro a los ojos y le dijo:


- Ve al cementerio.
- ¿Al cementerio?- pregunto asombrado el muchacho.
- Si, ahora mismo ve al cementerio… llega hasta la mitad,
observa todas las tumbas y entonces ponte a proferir insultos a los muertos.

- ¿A los muertos?- pregunto aun más asombrado el joven.
- Si, a los muertos… Es mi orden, ejecútala ahora mismo.

El muchacho fue al cementerio, llego al centro del cementerio y mirando a las tumbas,
comenzó a insultar a los muertos, de una y otra manera… y cuando termino, regreso.

Encontró a su maestro en el mismo lugar y le explico lo sucedido.

- ¿Y que sucedió?
¿Qué dijeron los muertos ante tus insultos? – preguntó el sabio maestro.

- Nada, ¿Que iban a decir?
- Entonces regresa – dijo el sabio.
- ¿Regresar? – pregunto el joven sin entender le que sucedía.
- ¡Si! regresa al mismo lugar, observa las mismas tumbas,
y comienza a lanzar elogios a todos los muertos…
Las mejores palabras que puedas encontrar en tu boca, díselas.


Y así hizo el discípulo, fue hasta allí…
No comprendiendo el mensaje del maestro, y cuando hubo terminado todo lo indicado, regreso.
Y nuevamente lo encontró.


- ¿Y que respondieron ellos ante tanta alabanza? – dijo el maestro.
- Nada respondieron…. ¡Si están muertos! - contesto el joven.

- Entonces… Se como los muertos – dijo el sabio
- Que ni el elogio de los vivos te ensalce, que ni la crítica de los vivos te rebaje…
Se como los muertos…


No te bambolees como un junco ante el viento por la opinión de los demás,
no permitas que los demás con su vara midan tus actitudes.
¿Quiénes son los otros? sino mas que tus pares…
¿Quiénes son ellos? sean quien sean para determinar si te cabe un elogio,
si te cabe una critica.
Pero ¿Quién eres tu? para consumir todo lo que venga de afuera dejando
de lado tu propia opinión sobre ti…
Mira hacia adentro, encuéntrate, defínete, ¡y se vos! por sobre todas las cosas…

Autor: Daniel Martinez, Decisiones

martes, octubre 18, 2011

Maestra ¿Que es el amor?



Uno de los niños de una clase de educación infantil preguntó:

- Maestra… ¿qué es el amor?

La maestra sintió que la criatura merecía una respuesta que estuviese a la altura de la pregunta inteligente que había formulado. Como ya estaban en la hora del recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y trajeran cosas que invitaran a amar o que despertaran en ellos ese sentimiento. Los pequeños salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo:
- Quiero que cada uno muestre lo que ha encontrado.
El primer alumno respondió:
- Yo traje esta flor… ¿no es bonita?
A continuación, otro alumno dijo:
- Yo traje este pichón de pajarito que encontré en un nido… ¿no es gracioso?
Y así los chicos, uno a uno, fueron mostrando a los demás lo que habían recogido en el patio.
Cuando terminaron, la maestra advirtió que una de las niñas no había traído nada y que había permanecido en silencio mientras sus compañeros hablaban. Se sentía avergonzada por no tener nada que enseñar.
La maestra se dirigió a ella:
- Muy bien, ¿y tú?, ¿no has encontrado nada que puedas amar?
La criatura, tímidamente, respondió:
- Lo siento, seño. Vi la flor y sentí su perfume, pensé en arrancarla pero preferí dejarla para que exhalase su aroma durante más tiempo. Vi también mariposas suaves, llenas de color, pero parecían tan felices que no intenté coger ninguna. Vi también al pichoncito en su nido, pero…, al subir al árbol, noté la mirada triste de su madre y preferí dejarlo allí…
Así que traigo conmigo el perfume de la flor, la libertad de las mariposas y la gratitud que observé en los ojos de la madre del pajarito. ¿Cómo puedo enseñaros lo que he traído?
La maestra le dio las gracias a la alumna y emocionada le dijo que había sido la única en advertir que lo que amamos no es un trofeo y que al amor lo llevamos en el corazón.
El amor es algo que se siente. Hay que tener sensibilidad para vivirlo

Extraido: Internet, anonimo. (http://educamosjuntoscuentos.blogspot.com/)

A tu lado



Un enigma tras otro en el camino,

En cada árbol un mensaje.

Detenerse una opción,

Si madurar uno quiere.


¿Qué destino es el correcto?,

¿Qué palabras son las indicadas?

Porque cada desvío,

Es una nueva vida que vivo.


Sostengo mi brújula, que es tu mano,

Y tus palabras son mi conciencia.

La vida me deja muchas opciones a mi lado,

Tenerte, a mi lado, mi mayor inteligencia.

El escorpión y la rana




Había una vez una rana sentada en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión que le dijo:
—Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? Puedes llevarme a tu espalda…
—¿Que te lleve a mi espalda? —contestó la rana—. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. Lo siento, pero no puede ser.
—No seas tonta —le respondió entonces el escorpión—. ¿No ves que si te pincho con mi aguijón, te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré?
Y la rana, después de pensárselo mucho se dijo a sí misma:
—Si este escorpión me pica a la mitad del río, nos ahogamos los dos. No creo que sea tan tonto como para hacerlo. Y entonces, la rana se dirigió al escorpión y le dijo:
—Mira, escorpión. Lo he estado pensando y te voy a ayudar a cruzar el río. El escorpión se colocó sobre la resbaladiza espalda de la rana y empezaron juntos a cruzar el río.
Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, en una zona del río donde había remolinos, el escorpión picó con su aguijón a la rana. De repente la rana sintió un fuerte picotazo y cómo el veneno mortal se extendía por su cuerpo. Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión, pudo sacar las últimas fuerzas que le quedaban para decirle:
—No entiendo nada… ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir. Y entonces, el escorpión la miró y le respondió:
—Lo siento ranita. Es mi naturaleza, es mi esencia, no he podido evitarlo, no puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme.
Y poco después de decir esto, desaparecieron los dos, el escorpión y la rana, debajo de las aguas del río.
Extraido: Wikipedia, atribuido a Esopo

lunes, octubre 17, 2011

El maestro Sufi





El Maestro sufi contaba siempre una parola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían el sentido de la misma…

- Maestro, lo encaró uno de ellos una tarde.

- Cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado…

- Pido perdón por eso. Se disculpó maestro Permíteme que en señal de reparación te convide con una rica manzana.

- Gracias maestro.- respondió halagado el discípulo

- Quisiera, para agasajarte, pelarte tu manzana yo mismo. Me permites?

- Sí muchas gracias dijo el discípulo.

-Te gustaría que, ya que tengo en mi mano un cuchillo, te la corte en trozos para que te sea más cómodo?…

- Me encantaría.. Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro…

- No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte…

- Permíteme que te la mastique antes de dártela…

- No maestro. No me gustaríaque hicieras eso! Se quejó el sorprendido el discípulo.

El maestro hizo una pausa y dijo:

- Si yo les explicara el sentido de cada cuento… seríacomo darles a comer una fruta masticada.

Extraido: Anonimo, internet http://www.creceroperecer.com/2007/03/09/el-maestro-sufi-2/

sábado, septiembre 24, 2011

La noche




Desvelada la noche que la musica me acompaña,
retrocediendo con mis manos tus sueños.
Deshojando los sentimientos hasta la mañana,
sabores de miel cada uno de los momentos.

El sentido sin ser marcado por el tiempo,
la aventura de un explorador ciego.
El silencio forma parte de nuestra dulzura,
y el viaje interminable a un utopico firmamento.

Interminables letras de luna,
regadas con la luz de la magia.
Interminables gestos de cariño,
regados por dos enamorados desde el infinito.

martes, julio 26, 2011

En un rincón


Sueño desde el precipicio de la razón,
Aferrado a raíces de un espejo interno,
Jugar a mis manos, con piezas de un puzzle eterno,
Mojadas por gotas de Rocío del corazón.

Y el reloj da una vuelta al sentido,
Me acuesta en un lecho de sentimiento.
Arrastrando al tiempo al olvido,
Congelando sus direcciones en un solo momento.

El movimiento cesa ante el vacío,
Mi mente regresa a los días internos.
Mi cuerpo se transforma en balsa de naufrago,
Que navega en un mar en busca de tus besos.

En el vacío no existen fronteras,
Sus limites los marca la imaginación.
Forjado por internas vivencias,
Que llegaron a mi de la emoción.

Y del suspiro llega el despertar,
El reloj, dueño, recupera su tiempo.
Abro los ojos ante mi realidad,
Y sonrió ante la princesa con la que no dejo de soñar.


sábado, julio 16, 2011

Un momento




Surge del viento una melodía,
envolviendo los sentimientos del recuerdo.
Acaricia las agujas del tiempo,
para darle color a este día.

Los colores brotan de las palabras,
con las que describo este momento.
Tu imagen es ese amuleto,
que me guia por cada uno de mis sueños.

Surge una vez mas el viento,
y vuelo de nuevo a la realidad del momento.
Acaricio las agujas del tiempo,
porque contigo el amor es eterno.

La ciudad de los pozos




Esta ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades del planeta.

Esta ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes ...pero pozos al fin.

Los pozos se diferenciaban entre sí, no solo por el lugar en el que estaban excavados sino también por el brocal (la abertura que los conectaba con el exterior). Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.
La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal y las noticias cundían rápidamente, de punta a punta del poblado.

Un día llegó a la ciudad una "moda" que seguramente había nacido en algún pueblito humano: La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se precie debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no es lo superficial sino el contenido.
Así fue como los pozos empezaron a llenarse de cosas. Algunos se llenaban de cosas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más optaron por el arte y fueron llenándose de pinturas , pianos de cola y sofisticadas esculturas posmodernas. Finalmente los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos ideológicos y de revistas especializadas.

Pasó el tiempo.

La mayoría de los pozos se llenaron a tal punto que ya no pudieron incorporar nada más.
Los pozos no eran todos iguales así que , si bien algunos se conformaron, hubo otros que pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su interior...
Alguno de ellos fue el primero: en lugar de apretar el contenido, se le ocurrió aumentar su capacidad ensanchándose.

No paso mucho tiempo antes de que la idea fuera imitada, todos los pozos gastaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder hacer más espacio en su interior.
Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver a sus camaradas ensanchándose desmedidamente. El pensó que si seguían hinchándose de tal manera , pronto se confundirían los bordes y cada uno perdería su identidad...

Quizás a partir de esta idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Hacerse más hondo en lugar de más ancho.
Pronto se dio cuenta que todo lo que tenia dentro de él le imposibilitaba la tarea de profundizar. Si quería ser más profundo debía vaciarse de todo contenido...

Al principio tuvo miedo al vacío, pero luego , cuando vio que no había otra posibilidad, lo hizo.
vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse profundo, mientras los demás se apoderaban de las cosas de las que él se había deshecho...

Un día , sorpresivamente el pozo que crecía hacia adentro tuvo una sorpresa: adentro, muy adentro , y muy en el fondo encontró agua!!!.

Nunca antes otro pozo había encontrado agua...

El pozo supero la sorpresa y empezó a jugar con el agua del fondo, humedeciendo las paredes, salpicando los bordes y por último sacando agua hacia fuera.

La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que de hecho era bastante escasa, así que la tierra alrededor del pozo, revitalizada por el agua, empezó a despertar.
Las semillas de sus entrañas, brotaron en pasto , en tréboles, en flores, y en troquitos endebles que se volvieron árboles después...

La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo al que empezaron a llamar "El Vergel".
Todos le preguntaban cómo había conseguido el milagro. -Ningún milagro- contestaba el Vergel- hay que buscar en el interior, hacia lo profundo... Muchos quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero desandaron la idea cuando se dieron cuenta de que para ir más profundo debían vaciarse.

Siguieron ensanchándose cada vez más para llenarse de más y más cosas...
En la otra punta de la ciudad, otro pozo, decidió correr también el riesgo del vacío...

Y también empezó a profundizar...

Y también llegó al agua...

Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en el pueblo...

-¿Qué harás cuando se termine el agua?- le preguntaban. -No sé lo que pasará- contestaba- Pero, por ahora, cuánto más agua saco , más agua hay. Pasaron unos cuantos meses antes del gran descubrimiento.

Un día, casi por casualidad, los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la misma...Que el mismo río subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro.

Se dieron cuenta de que se abría para ellos una nueva vida. No sólo podían comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente , como todos los demás, sino que la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto:

La comunicación profunda que sólo consiguen entre sí, aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que tienen para dar...


Extraido: Cuentos para pensar, Jorge Bucay

viernes, junio 03, 2011

Cierro los ojos



Cierro los ojos, intentando recordar,
aferrado al silencio que envuelve el momento.
Converso con mis sueños, y empiezo a volar,
y te contemplo desde lo alto del cielo.

Busco con la llave del corazón,
el momento que el destino nos unió.
Y cuando por fin lo encuentro,
me maravilla ver dos caminos transformarse en un sueño.

Y han pasado los días, tiempo de sentir,
dando color a los hilos del futuro.
Y me abrazo de nuevo al silencio,
y disfruto de los recuerdos, de tus recuerdos.

sábado, mayo 21, 2011

Globos




Una vez había una gran fiesta en un pueblo. Toda la gente
había dejado sus trabajos y ocupaciones de cada día para reunirse en
la plaza principal, en donde estaban los juegos y los puestitos de
venta de cuanta cosa linda una pudiera imaginarse.

Los niños eran quienes gozaban con aquellos festejos
populares. Había venido de lejos todo un circo, con payasos y
equilibristas, con animales amaestrados y domadores que les hacían
hacer pruebas y cabriolas. También se habían acercado hasta el pueblo toda clase de vendedores, que ofrecían golosinas, alimentos y
juguetes para que los chicos gastaran allí los pesos que sus padres o padrinos les habían regalado con objeto de sus cumpleaños, o
pagándoles trabajitos extras.

Entre todas estas personas había un vendedor de globos. Los tenía de
todos los colores y formas. Había algunos que se distinguían por su
tamaño. Otros eran bonitos porque imitaban a algún animal conocido, o extraño. Grandes, chicos, vistosos o raros, todos los globos eran
originales y ninguno se parecía al otro. Sin embargo, eran pocas las
personas que se acercaban a mirarlos, y menos aún los que pedían para comprar algunos.

Pero se trataba de un gran vendedor. Por eso, en un momento en que
toda la gente estaba ocupada en curiosear y detenerse, hizo algo
extraño. Tomó uno de sus mejores globos y lo soltó. Como estaba lleno de aire muy liviano, el globo comenzó a elevarse rápidamente y pronto estuvo por encima de todo lo que había en la plaza. El cielo estabaclarito, y el sol radiante de la mañana iluminaba aquel globo que trepaba y trepaba, rumbo hacia el cielo, empujado lentamente hacia el oeste por el viento quieto de aquella hora. El primer niño gritó:

-¡Mira mamá un globo!

Inmediatamente fueron varios más que lo vieron y lo señalaron a sus
chicos o a sus más cercanos. Para entonces, el vendedor ya había
soltado un nuevo globo de otro color y tamaño mucho más grande. Esto
hizo que prácticamente todo el mundo dejara de mirar lo que estaba
haciendo, y se pusiera a contemplar aquel sencillo y magnífico
espectáculo de ver como un globo perseguía al otro en su subida al
cielo.

Para completar la cosa, el vendedor soltó dos globos con los mejores
colores que tenía, pero atados juntos. Con esto consiguió que un
tropilla de niños pequeños lo rodeara, y pidiera a gritos que su papá o su mamá le comprara un globo como aquellos que estaban subiendo y subiendo. Al gastar gratuitamente algunos de sus mejores globos,
consiguió que la gente le valorara todos los que aún le quedaban, y
que eran muchos. Porque realmente tenía globos de todas formas,
tamaños y colores.

En poco tiempo ya eran muchísimos los niños que se paseaban con ellos, y hasta había alguno que imitando lo que viera, había dejado que el suyo trepara en libertad por el aire.
Había allí cerca un niño negro, que con dos lagrimones en los ojos,
miraba con tristeza todo aquello. Parecía como si un honda angustia
se hubiera apoderado de él. El vendedor, que era un buen hombre, se
dio cuenta de ello y llamándole le ofreció un globo. El pequeño movió la cabeza negativamente, y se rehusó a tomarlo.

-Te lo regalo, pequeño-
le dijo el hombre con cariño, insistiéndole
para que lo tomara.

Pero el niño negro, de pelo corto y ensortijado, con dos grandes ojos tristes, hizo nuevamente un ademán negativo rehusando aceptar lo que se le estaba ofreciendo. Extrañado el buen hombre le preguntó al pequeño que era entonces lo que lo entristecía. Y el negrito le
contestó, en forma de pregunta:

-Señor, si usted suelta ese globo negro que tiene ahí ¿Será que sube
tan alto como los otros globos de colores?

Entonces el vendedor entendió. Tomó un hermoso globo negro, que nadie había comprado, y desatándolo se lo entregó al pequeño, mientras le decía:-Hace vos mismo la prueba. Soltalo y verás como también tu globo sube igual que todos los demás.

Con ansiedad y esperanza, el negrito soltó lo que había recibido, y
su alegría fue inmensa al ver que también el suyo trepaba velozmente
lo mismo que habían hecho los demás globos. Se puso a bailar, a
palmotear, a reírse de puro contento y felicidad.
Entonces el vendedor, mirándolo a los ojos y acariciando su cabecita
enrulada, le dijo con cariño:

-Mira pequeño, lo que hace subir a los globos no es la forma ni el
color, sino lo que tiene adentro.

Extraido: Internet


Momentos




Que dulces palabras envuelven,
cada momento que dos almas navegan juntas.
Conducidas en un barco de silencios que se sienten,
donde el timón del tiempo surca nuestras aguas.

La noche se convierte en mágica,
cuando de tu silueta se dibuja en el viento.
Y la luna no puede evitar ocultar al alba,
dos corazones que se llenan de sentimiento.

Que dulces nuestros momentos de risa,
que acarician el mar de nuestra vida.
Porque hacen de cada paso una alegría,
y dejan que lo nuestro se una realidad de utopía.

martes, abril 26, 2011

El buscador de la verdad




En un país remoto, hace ya muchos años, un hombre muy ansioso, cansado de buscar la verdad por distintos medios decidió pedir la guía de un maestro que había alcanzado la iluminación.
Solicitó seguirlo a todos lados para observarlo y poder adquirir de su conducta el poder del conocimiento.
El maestro, le dijo que difícilmente le bastaría observar y que sería muy raro que pudiera contar con la suficiente paciencia para no hacer ninguna pregunta ni emitir ningún juicio previo sobre lo que tuviera oportunidad de ver, sin embargo accedió a su pedido después que el hombre prometió mantenerse en silencio sin cuestionar ni criticar nada.
El maestro y su discípulo partieron en una barca para atravesar un caudaloso río y poder continuar el viaje en la otra orilla.
Una vez cruzado el río y antes de abandonar el barco, el sabio hizo una perforación en el piso hasta lograr hundirlo.
Al ver esto, su acompañante, no pudo evitar señalarle a su maestro, que había destruido sin ninguna razón la embarcación que tan gentilmente le habían ofrecido.
Éste le contestó que sabía que no podría contenerse para juzgar su conducta a la luz de sus propios prejuicios sin conocer los motivos ni los propósitos que él tenía, de modo que su alumno se disculpó y volvió a prometerle que en adelante cerraría la boca.
Finalmente llegaron a un palacio, donde el rey los colmó de honores y donde fueron invitados a participar de una cacería para acompañar al hijo del poderoso monarca.
En un momento en que el sabio se encontró a solas con el príncipe, se abalanzó contra él y le rompió un tobillo; huyendo posteriormente con su discípulo hacia la frontera para ponerse ambos a salvo.
Su alumno no pudo contenerse y reprochó al sabio su conducta hacia quienes lo habían colmado de atenciones.
Éste, sin perturbarse, le dijo que estaba llevando a cabo su trabajo y que él en cambio, sin saber nada se empeñaba en seguir juzgándolo sin aprovechar la experiencia para aprender.
Volvió a pedir perdón el discípulo y ambos continuaron viaje.
Al poco tiempo llegaron a una ciudad en la que no consiguieron que nadie los ayudara ni les diera ni siquiera un trozo de pan, y donde la muchedumbre le lanzó los perros para que se fueran.
Una vez que se encontraron a salvo del inesperado ataque y habiendo llegado a las afueras de la ciudad, vieron a la vera del camino una pared derruida; entonces, sorpresivamente, el maestro le pidió a su acompañante que lo ayudara a repararla.
Una vez completamente restaurada, el alumno no pudo contenerse y comenzó con su repertorio de juicios, extrañado como siempre de la conducta del sabio que se empeñaba en devolver bien por mal y mal por bien.
Viendo que su discípulo era incapaz de no proferir juicios y de no hacer preguntas, el maestro decidió despedirlo, pero antes intentó explicarle su conducta.
El barco que había hundido no pudo ser utilizado por el tirano de esa comarca para invadir el territorio de sus vecinos, como era su intención; el joven a quien le torció el tobillo no era el hijo del rey sino un usurpador que había tomado su lugar con la intención de apoderarse del reino; y el muro restaurado ocultaba un tesoro que les legó el padre a dos huérfanos que vivían en esa inhóspita ciudad de donde fueron expulsados, quienes ahora tendrían la oportunidad de tomar el poder, reformar la ciudad y expulsar al perverso rey.
El joven principiante, comprendió la lección y se retiró avergonzado, dándose cuenta que aún no estaba preparado para estar dispuesto a elevarse, y estar en condiciones de conocer la verdad.
Este cuento, nos enseña a no juzgar sin conocer bien los hechos ni saber los propósitos.
Extraido: Cuentos del Sufismo, Guido Tavani

viernes, febrero 11, 2011

La alegoria del carruaje



Un día de octubre, una voz familiar en el teléfono me dice: -Salí a la calle que
hay un regalo para vos.
Entusiasmado, salgo a la vereda y me encuentro con el regalo. Es un precioso
carruaje estacionado justo, justo frente a la puerta de mi casa. Es de madera
de nogal lustrada, tiene herrajes de bronce y lámparas de cerámica blanca,
todo muy fino, muy elegante, muy "chic". Abro la portezuela de la cabina y
subo. Un gran asiento semicircular forrado en pana bordó y unos visillos de
encaje blanco le dan un toque de realeza al cubículo. Me siento y me doy
cuenta que todo está diseñado exclusivamente para mí, está calculado el largo
de las piernas, el ancho del asiento, la altura del techo... todo es muy cómodo,
y no hay lugar para nadie más.
Entonces miro por la ventana y veo "el paisaje": de un lado el frente de mi
casa, del otro el frente de la casa de mi vecino... y digo: "¡Qué bárbaro este
regalo! "¡Qué bien, qué lindo...!" Y me quedo un rato disfrutando de esa
sensación.

Al rato empiezo a aburrirme; lo que se ve por la ventana es siempre lo mismo.
Me pregunto: "¿Cuánto tiempo uno puede ver las mismas cosas?" Y empiezo a
convencerme de que el regalo que me hicieron no sirve para nada.

De eso me ando quejando en voz alta cuando pasa mi vecino que me dice,
como adivinándome:
-¿No te das cuenta que a este carruaje le falta algo?

Yo pongo cara de qué-le-falta mientras miro las alfombras y los tapizados.

-Le faltan los caballos - me dice antes de que llegue a preguntarle.

Por eso veo siempre lo mismo -pienso-, por eso me parece aburrido.
-Cierto - digo yo.

Entonces voy hasta el corralón de la estación y le ato dos caballos al carruaje.
Me subo otra vez y desde adentro les grito:
-¡¡Eaaaaa!!

El paisaje se vuelve maravilloso, extraordinario, cambia permanentemente y
eso me sorprende.
Sin embargo, al poco tiempo empiezo a sentir cierta vibración en el carruaje y
a ver el comienzo de una rajadura en uno de los laterales.
Son los caballos que me conducen por caminos terribles; agarran todos los
pozos, se suben a las veredas, me llevan por barrios peligrosos.
Me doy cuenta que yo no tengo ningún control de nada; los caballos me
arrastran a donde ellos quieren. Al principio, ese derrotero era muy lindo, pero
al final siento que es muy peligroso.
Comienzo a asustarme y a darme cuenta que esto tampoco sirve.
En ese momento veo a mi vecino que pasa por ahí cerca, en su auto. Lo
insulto: -¡Qué me hizo!

Me grita:-¡Te falta el cochero!

-¡Ah! - digo yo.

Con gran dificultad y con su ayuda, sofreno los caballos y decido contratar un
cochero. A los pocos días asume funciones. Es un hombre formal y
circunspecto con cara de poco humor y mucho conocimiento.
Me parece que ahora sí estoy preparado para disfrutar verdaderamente del
regalo que me hicieron. Me subo, me acomodo, asomo la cabeza y le indico al
cochero a dónde ir.
Él conduce, él controla la situación, él decide la velocidad adecuada y elige la
mejor ruta.
Yo... Yo disfruto el viaje.

"Hemos nacido, salido de nuestra casa y nos hemos encontrado con un regalo:
nuestro cuerpo.
A poco de nacer nuestro cuerpo registró un deseo, una necesidad, un
requerimiento instintivo, y se movió. Este carruaje no serviría para nada si no
tuviera caballos; ellos son los deseos, las necesidades, las pulsiones y los
afectos.
Todo va bien durante un tiempo, pero en algún momento empezamos a darnos
cuenta que estos deseos nos llegaban por caminos un poco arriesgados y a
veces peligrosos, y entonces tenemos necesidad de sofrenarlos. Aquí es donde
aparece la figura del cochero: nuestra cabeza, nuestro intelecto, nuestra
capacidad de pensar racionalmente.
El cochero sirve para evaluar el camino, la ruta. Pero quienes realmente tiran
del carruaje son tus caballos.
No permitas que el cochero los descuide. Tienen que ser alimentados y
protegidos, porque... ¿qué harías sin los caballos? ¿Qué sería de vos si fueras
solamente cuerpo y cerebro? Si no tuvieras ningún deseo, ¿cómo sería la vida?
Sería como la de esa gente que va por el mundo sin contacto con sus
emociones, dejando que solamente su cerebro empuje el carruaje. Obviamente
tampoco podés descuidar el carruaje, porque tiene que durar todo el proyecto.
Y esto implicará reparar, cuidar, afinar lo que sea necesario para su
mantenimiento. Si nadie lo cuida, el carruaje se rompe, y si se rompe se acabó
el viaje..."


Extraido: Cuentos para pensar, Jorge Bucay