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lunes, diciembre 20, 2010

Sonidos para el principe




Un rey mandó a su hijo a estudiar al templo de un gran maestro con el objetivo de prepararlo para que sea una gran persona. Cuando el príncipe llegó al templo, el maestro lo mandó sólo hacia el bosque.
Él tendría que regresar un año después, con la tarea de describir todos los sonidos del bosque.
Cuando el príncipe regresó al templo al cabo de un año, el maestro le pidió que describiera todos los sonidos que había podido oir. Entonces dijo el príncipe:
“Maestro, pude oír el canto de los pájaros, el ruido de las hojas, el revoloteo de los picaflores, la brisa acariciando las hierbas, el zumbido de las abejas, el sonido del viento surcando los cielos”.

Y al terminar su relato, el maestro le pidió que regresara al bosque para oír más, todo lo que fuera posible. Intrigado, el príncipe obedeció la orden del maestro, pensando:
“No entiendo, yo ya distinguí todos los sonidos del bosque…”
Pasó días y noches enteras en soledad oyendo, oyendo, oyendo… pero no consiguió distinguir nada nuevo, además de aquello que le había dicho al maestro. Sin embargo, una mañana, comenzó a distinguir sonidos vagos, diferentes a todo lo que había oído antes. Y cuanta más atención prestaba, los sonidos se volvían más claros. Una sensación de encanto envolvió al muchacho. Pensó:
“Esos deben ser los sonidos que el maestro quería que oyera…” Y sin prisa, permaneció allí oyendo y oyendo, pacientemente. Quería estar seguro de que estaba en el camino correcto. Cuando volvió al templo, el maestro le preguntó qué más había podido oir. Paciente y respetuosamente el príncipe le dijo:
“Maestro, cuando presté atención pude oír el inaudible sonido de las flores abriéndose, el sonido del sol saliendo y calentando la tierra y el de las hierbas bebiendo el rocío de la noche…”

El maestro sonriendo, asintió con la cabeza en señal de aprobación, y dijo:
“Oír lo inaudible es tener la calma necesaria para convertirse en una gran persona. Recién cuando se aprende a oír el corazón de las personas, sus sentimientos mudos, sus miedos no confesados y sus quejas silenciosas, una persona puede inspirar confianza a su alrededor; entender lo que está errado y atender las reales necesidades de cada uno”.
La muerte de una relación comienza cuando las personas oyen apenas las palabras pronunciadas por la boca, sin prestar atención a lo que hay en el interior de las personas para oír sus sentimientos, deseos y opiniones reales. Es preciso, oír el lado inaudible de las cosas, el lado no mensurado, el más importante del ser humano…
Extraido: Internet, desconozco autor

viernes, noviembre 26, 2010

Aprendiendo a amar




Y en el silencio, donde nada se ve,
todo es más fácil de entender.
Palabras bajo un helado noviembre,
que aprenden cada dia más a querer.

Y a dúo, los sentimientos y el corazón,
bailan bajo la luz de una luna de poesía.
Y el destino de dos vidas cruzadas,
pasa por el día a día, que nos regalamos con alegría.

Y como un rio fluye, nuestras noches,
escapan a los límites del tiempo.
Relatando momentos en nuestros corazones,
donde el silencio es algo inmensamente bello.

miércoles, noviembre 10, 2010

El dia mas triste



Y el día de hoy me trae silencio,
porque la pena es mi abrigo.
Que difícil es calmar los sentimientos,
cuando se te va un amigo.

Nadie me volverá a recibir al llegar,
con esa profunda mirada de gato.
Nadie me volverá a buscar,
para pedir el calor del amo.

Te me has ido hoy querido amigo,
y las palabras que tanto utilizo están vacías.
Te me has ido y con ello los juegos y las caricias,
dejando el día de hoy, vacío del silencio de un gato amado.

Luchaste, como siempre lo has hecho,
en silencio y lleno de respeto.
Y ahora solo mi corazón quiere un deseo,
y es que, estés donde estés, nunca te borren nuestro recuerdo.

Descansa en paz "gordito". 10 noviembre 2010

Cristian

jueves, octubre 14, 2010

Aire


Me paro a sentir el aire,
que me envuelve a cada momento,
armonía en movimiento,
palabras que brotan al son del renacimiento.

Sublime explosión de sentimientos,
forjados con el oro del vivir,
con letras que transmiten el sentir,
regalando cada noche miles de sueños.

Y el aire me trae recuerdos,
embriagando todo mi ser,
anhelo todo este momento,
que deja a mi imaginación, una y otra vez, nacer.


domingo, septiembre 12, 2010

La relación


En mi camino te encuentras tú,
forjando instantes en mi recuerdo.
Creciendo en mi interior,
dejando huella a cada momento.

El silencio cobra belleza,
las palabras se visten de sentimientos,
viajando por una relación sincera,
viviendo ambos cada uno de nuestros recuerdos.

Y la confianza manda en nuestro reino,
arropada por la verdad del corazón.
No hacen falta más palabras,
para esta mágica relación.

El temido enemigo



Había una vez, en un reino muy lejano y perdido, un rey al que le gustaba sentirse poderoso. Su deseo de poder no se satisfacía sólo con tenerlo, él, necesitaba además, que todos lo admiraran por ser poderoso, así como la madrastra de Blanca Nieves no le alcanzaba con verse bella, también él necesitaba mirarse en un espejo que le dijera lo poderoso que era.
Él no tenía espejos mágicos, pero contaba con un montón de cortesanos y sirvientes a su alrededor a quienes preguntarle si él, era el más poderoso del reino.
Invariablemente todos le decían lo mismo:
-Alteza, eres muy poderoso, pero tú sabes que el mago tiene un poder que nadie posee: Él, él conoce el futuro.
( En aquel tiempo, alquimistas, filósofos, pensadores, religiosos y místicos eran llamados, genéricamente "magos").
El rey estaba muy celoso del mago del reino pues aquel no sólo tenía fama de ser un hombre muy bueno y generoso, sino que además, el pueblo entero lo amaba, lo admiraba y festejaba que él existiera y viviera allí.
No decían lo mismo del rey.
Quizás porque necesitaba demostrar que era él quien mandaba, el rey no era justo, ni ecuánime, y mucho menos bondadoso.
Un día, cansado de que la gente le contara lo poderoso y querido que era el mago o motivado por esa mezcla de celos y temores que genera la envidia, el rey urdió un plan:
Organizaría una gran fiesta a la cual invitaría al mago y después la cena, pediría la atención de todos. Llamaría al mago al centro del salón y delante de los cortesanos, le preguntaría si era cierto que sabía leer el futuro. El invitado, tendría dos posibilidades: decir que no, defraudando así la admiración de los demás, o decir que sí, confirmando el motivo de su fama. El rey estaba seguro de que escogería la segunda posibilidad. Entonces, le pediría que le dijera la fecha en la que el mago del reino iba a morir. Éste daría una respuesta, un día cualquiera, no importaba cuál. En ese mismo momento, planeaba el rey, sacar su espada y matarlo. Conseguiría con esto dos cosas de un solo golpe: la primera, deshacerse de su enemigo para siempre; la segunda, demostrar que el mago no había podido adelantarse al futuro, y que se había equivocado en su predicción. Se acabaría, en una sola noche. El mago y el mito de sus poderes...
Los preparativos se iniciaron enseguida, y muy pronto el día del festejo llegó...
...Después de la gran cena. El rey hizo pasar al mago al centro y ante le silencio de todos le preguntó:
- ¿Es cierto que puedes leer el futuro?
- Un poco – dijo el mago.
- ¿Y puedes leer tu propio futuro, preguntó el rey?
- Un poco – dijo el mago.
- Entonces quiero que me des una prueba - dijo el rey -
¿Qué día morirás?. ¿ Cuál es la fecha de tu muerte?
El mago se sonrió, lo miró a los ojos y no contestó.
- ¿Qué pasa mago? - dijo el rey sonriente -¿No lo sabes?... ¿no es cierto que puedes ver el futuro?
- No es eso - dijo el mago - pero lo que sé, no me animo a decírtelo.
- ¿Cómo que no te animas?- dijo el rey-... Yo soy tu soberano y te ordeno que me lo digas. Debes darte cuenta de que es muy importante para el reino, saber cuando perdemos a sus personajes más eminentes... Contéstame pues, ¿cuándo morirá el mago del reino?
Luego de un tenso silencio, el mago lo miró y dijo:
- No puedo precisarte la fecha, pero sé que el mago morirá exactamente un día antes que el rey...
Durante unos instantes, el tiempo se congeló. Un murmullo corrió por entre los invitados.
El rey siempre había dicho que no creía en los magos ni en las adivinaciones, pero lo cierto es que no se animó a matar al mago.
Lentamente el soberano bajó los brazos y se quedó en silencio...
Los pensamientos se agolpaban en su cabeza.
Se dio cuenta de que se había equivocado.
Su odio había sido el peor consejero.
- Alteza, te has puesto pálido. ¿Qué te sucede? – preguntó el invitado.
- Me siento mal - contestó el monarca – voy a ir a mi cuarto, te agradezco que hayas venido.
Y con un gesto confuso giró en silencio encaminándose a sus habitaciones...
El mago era astuto, había dado la única respuesta que evitaría su muerte.
¿Habría leído su mente?
La predicción no podía ser cierta. Pero... ¿Y si lo fuera?...
Estaba aturdido
Se le ocurrió que sería trágico que le pasara algo al mago camino a su casa.
El rey volvió sobre sus pasos, y dijo en voz alta:
- Mago, eres famoso en el reino por tu sabiduría, te ruego que pases esta noche en el palacio pues debo consultarte por la mañana sobre algunas decisiones reales.
- ¡ Majestad!. Será un gran honor... – dijo el invitado con una reverencia.
El rey dio órdenes a sus guardias personales para que acompañaran al mago hasta las habitaciones de huéspedes en el palacio y para que custodiasen su puerta asegurándose de que nada pasara...
Esa noche el soberano no pudo conciliar el sueño. Estuvo muy inquieto pensando qué pasaría si el mago le hubiera caído mal la comida, o si se hubiera hecho daño accidentalmente durante la noche, o si, simplemente, le hubiera llegado su hora.
Bien temprano en la mañana el rey golpeó en las habitaciones de su invitado.
Él nunca en su vida había pensado en consultar ninguna de sus decisiones, pero esta vez, en cuánto el mago lo recibió, hizo la pregunta... necesitaba una excusa.
Y el mago, que era un sabio, le dio una respuesta correcta, creativa y justa.
El rey, casi sin escuchar la respuesta alabó a su huésped por su inteligencia y le pidió que se quedara un día más, supuestamente, para "consultarle" otro asunto... (obviamente, el rey sólo quería asegurarse de que nada le pasara).
El mago – que gozaba de la libertad que sólo conquistan los iluminados – aceptó...
Desde entonces todos los días, por la mañana o por la tarde, el rey iba hasta las habitaciones del mago para consultarlo y lo comprometía para una nueva consulta al día siguiente.
No pasó mucho tiempo antes de que el rey se diera cuenta de que los consejos de su nuevo asesor eran siempre acertados y terminara, casi sin notarlo, teniéndolos en cuenta en cada una de las decisiones.
Pasaron los meses y luego los años.
Y como siempre... estar cerca del que sabe vuelve el que no sabe, más sabio.
Así fue: el rey poco a poco se fue volviendo más y más justo.
Ya no era despótico ni autoritario. Dejó de necesitar sentirse poderoso, y seguramente por ello dejó de necesitar demostrar su poder.
Empezó a aprender que la humildad también podía ser ventajosa empezó a reinar de una manera más sabia y bondadosa.
Y sucedió que su pueblo empezó a quererlo, como nunca lo había querido antes.
El rey ya no iba a ver al mago investigando por su salud, iba realmente para aprender, para compartir una decisión o simplemente para charlar, porque el rey y el mago habían llegado a ser excelentes amigos.
Un día, a más de cuatro años de aquella cena, y sin motivo, el rey recordó.
Recordó aquel plan aquel plan que alguna vez urdió para matar a este su entonces más odiado enemigo
Y sé dio cuenta que no podía seguir manteniendo este secreto sin sentirse un hipócrita.
El rey tomó coraje y fue hasta la habitación del mago. Golpeó la puerta y apenas entró le dijo:
- Hermano, tengo algo que contarte que me oprime el pecho
- Dime – dijo el mago – y alivia tu corazón.
- Aquella noche, cuando te invité a cenar y te pregunté sobre tu muerte, yo no quería en realidad saber sobre tu futuro, planeaba matarte y frente a cualquier cosa que me dijeras, porque quería que tu muerte inesperada desmitificara para siempre tu fama de adivino. Te odiaba porque todos te amaban... Estoy tan avergonzado...
- Aquella noche no me animé a matarte y ahora que somos amigos, y más que amigos, hermanos, me aterra pensar lo que hubiera perdido si lo hubiese hecho.
Hoy he sentido que no puedo seguir ocultándote mi infamia.
Necesité decirte todo esto para que tú me perdones o me desprecies, pero sin ocultamientos.
El mago lo miró y le dijo:
- Has tardado mucho tiempo en poder decírmelo. Pero de todas maneras, me alegra, me alegra que lo hayas hecho, porque esto es lo único que me permitirá decirte que ya lo sabía. Cuando me hiciste la pregunta y bajaste tu mano sobre el puño de tu espada, fue tan clara tu intención, que no hacía falta adivino para darse cuenta de lo que pensabas hacer, - el mago sonrió y puso su mano en el hombro del rey. – Como justo pago a tu sinceridad, debo decirte que yo también te mentí... Te confieso hoy que inventé esa absurda historia de mi muerte antes de la tuya para darte una lección. Una lección que recién hoy estás en condiciones de aprender, quizás la más importante cosa que yo te haya enseñado nunca.
Vamos por el mundo odiando y rechazando aspectos de los otros y hasta de nosotros mismos que creemos despreciables, amenazantes o inútiles... y sin embargo, si nos damos tiempo, terminaremos dándonos cuenta de lo mucho que nos costaría vivir sin aquellas cosas que en un momento rechazamos.
Tu muerte, querido amigo, llegará justo, justo el día de tu muerte, y ni un minuto antes. Es importante que sepas que yo estoy viejo, y que mi día seguramente se acerca. No hay ninguna razón para pensar que tu partida deba estar atada a la mía. Son nuestras vidas las que se han ligado, no nuestras muertes.
El rey y el mago se abrazaron y festejaron brindando por la confianza que cada uno sentí en esta relación que habían sabido construir juntos...
Cuenta la leyenda... que misteriosamente... esa misma noche... el mago... murió durante el sueño.
El rey se enteró de la mala noticia a la mañana siguiente... y se sintió desolado.
No estaba angustiado por la idea de su propia muerte, había aprendido del mago a desapegarse hasta de su permanencia en el mundo.
Estaba triste, simplemente por la muerte de su amigo.
¿Qué coincidencia extraña había hecho que el rey pudiera contarle esto al mago justo la noche anterior a su muerte?.
Tal vez, tal vez de alguna manera desconocida el mago había hecho que él pudiera decirle esto para quitarle su fantasía de morirse un día después.
Un último acto de amor para librarlo de sus temores de otros tiempos...
Cuentan que el rey se levantó y que con sus propias manos cavó en el jardín, bajo su ventana, una tumba para su amigo, el mago.
Enterró allí su cuerpo y el resto del día se quedó al lado del montículo de tierra, llorando como se llora ante la pérdida de los seres queridos.
Y recién entrada la noche, el rey volvió a su habitación.
Cuenta la leyenda... que esa misma noche... veinticuatro horas después de la muerte del mago, el rey murió en su lecho mientras dormía... quizás de casualidad... quizás de dolor... quizás para confirmar la última enseñanza del maestro.
Extraido: Cuentos para pensar, Jorge Bucay

lunes, julio 05, 2010

Un niño




“Una vez el pequeño niño fue a la escuela. Era muy pequeñito y la escuela muy grande. Pero cuando el pequeño niño descubrió que podía ir a su clase con sólo entrar por la puerta del frente, se sintió feliz.

Una mañana, estando el pequeño niño en la escuela, su maestra dijo:

Hoy vamos a hacer un dibujo.

Qué bueno- pensó el niño, a él le gustaba mucho dibujar, él podía hacer muchas cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y botes. Sacó su caja de colores y comenzó a dibujar.

Pero la maestra dijo:

- Esperen, no es hora de empezar, y ella esperó a que todos estuvieran preparados. Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar flores.

¡Qué bueno! - pensó el niño, - me gusta mucho dibujar flores, y empezó a dibujar preciosas flores con sus colores.

Pero la maestra dijo:

- Esperen, yo les enseñaré cómo, y dibujó una flor roja con un tallo verde.

El pequeño miró la flor de la maestra y después miró la suya, a él le gustaba más su flor que la de la maestra, pero no dijo nada y comenzó a dibujar una flor roja con un tallo verde igual a la de su maestra.

Otro día cuando el pequeño niño entraba a su clase, la maestra dijo:

Hoy vamos a hacer algo con barro.

¡Qué bueno! pensó el niño, me gusta mucho el barro. Él podía hacer muchas cosas con el barro: serpientes y elefantes, ratones y muñecos, camiones y carros y comenzó a estirar su bola de barro.

Pero la maestra dijo:

- Esperen, no es hora de comenzar y luego esperó a que todos estuvieran preparados. Ahora, dijo la maestra, vamos a moldear un plato.

¡Qué bueno! pensó el niño. A mí me gusta mucho hacer platos y comenzó a construir platos de distintas formas y tamaños.

Pero la maestra dijo:

-Esperen, yo les enseñaré cómo y ella les enseñó a todos cómo hacer un profundo plato.
-Aquí tienen, dijo la maestra, ahora pueden comenzar.

El pequeño niño miró el plato de la maestra y después miró el suyo. A él le gustaba más su plato, pero no dijo nada y comenzó a hacer uno igual al de su maestra.

Y muy pronto el pequeño niño aprendió a esperar y mirar, a hacer cosas iguales a las de su maestra y dejó de hacer cosas que surgían de sus propias ideas.

Ocurrió que un día, su familia, se mudó a otra casa y el pequeño comenzó a ir a otra escuela. En su primer día de clase, la maestra dijo:
Hoy vamos a hacer un dibujo. Qué bueno pensó el pequeño niño y esperó que la maestra le dijera qué hacer. Pero la maestra no dijo nada, sólo caminaba dentro del salón. Cuando llegó hasta el pequeño niño ella dijo:

¿No quieres empezar tu dibujo?

Sí, dijo el pequeño ¿qué vamos a hacer?

No sé hasta que tú no lo hagas, dijo la maestra.

¿Y cómo lo hago? - preguntó.

Como tú quieras contestó.

¿Y de cualquier color?

De cualquier color dijo la maestra. Si todos hacemos el mismo dibujo y usamos los mismos colores, ¿cómo voy a saber cuál es cuál y quién lo hizo?

Yo no sé, dijo el pequeño niño, y comenzó a dibujar una flor roja con el tallo verde.”

Extraido: http://educamosjuntoscuentos.blogspot.com/ , autor: Helen Buckley

jueves, mayo 13, 2010

El verdadero miedo





Un sultán decidió hacer un viaje en barco con algunos de sus mejores cortesanos. Se embarcaron en el puerto de Dubai y zarparon en dirección al mar abierto.

Entretanto, en cuanto el navío se alejó de tierra, uno de los súbditos, que jamás había visto el mar y había pasado la mayor parte de su vida en las montañas, comenzó a tener un ataque de pánico.
Sentado en la bodega de la nave, lloraba, gritaba y se negaba a comer o a dormir. Todos procuraban calmarlo, diciéndole que el viaje no era tan peligroso, pero aunque las palabras llegasen a sus oídos no llegaban a su corazón. El sultán no sabía qué hacer, y el hermoso viaje por aguas tranquilas y cielo azul se transformó en un tormento para los pasajeros y la tripulación.
Pasaron dos días sin que nadie pudiese dormir con los gritos del hombre. El sultán ya estaba a punto de mandar volver al puerto cuando uno de sus ministros, conocido por su sabiduría, se le aproximó:
–Si su alteza me da permiso, yo conseguiré calmarlo.
Sin dudar un instante, el sultán le respondió que no sólo se lo permitía, sino que sería recompensado si conseguía solucionar el problema.
El sabio entonces pidió que tirasen al hombre al mar. En el momento, contentos de que esa pesadilla fuera a terminar, un grupo de tripulantes agarró al hombre que se debatía en la bodega y lo tiraron al agua.
El cortesano comenzó a debatirse, se hundió, tragó agua salada, volvió a la superficie, gritó más fuerte aún, se volvió a hundir y de nuevo consiguió reflotar. En ese momento, el ministro pidió que lo alzasen nuevamente hasta la cubierta del barco.
A partir de aquel episodio, nadie volvió a escuchar jamás cualquier queja del hombre, que pasó el resto del viaje en silencio, llegando incluso a comentar con uno de los pasajeros que nunca había visto nada tan bello como el cielo y el mar unidos en el horizonte. El viaje, que antes era un tormento para todos los que se encontraban en el barco, se transformó en una experiencia de armonía y tranquilidad.
Poco antes de regresar al puerto, el sultán fue a buscar al ministro:
–¿Cómo podías adivinar que arrojando a aquel pobre hombre al mar se calmaría?
–Por causa de mi matrimonio –respondió el ministro–. Yo vivía aterrorizado con la idea de perder a mi mujer, y mis celos eran tan grandes que no paraba de llorar y gritar como este hombre. Un día ella no aguantó más y me abandonó, y yo pude sentir lo terrible que sería la vida sin ella. Sólo regresó después de prometerle que jamás volvería a atormentarla con mis miedos.
De la misma manera, este hombre jamás había probado el agua salada y jamás se había dado cuenta de la agonía de un hombre a punto de ahogarse. Tras conocer eso, entendió perfectamente lo maravilloso que es sentir las tablas del barco bajo sus pies.
–Sabia actitud– comentó el sultán.
–Está escrito en un libro sagrado de los cristianos, la Biblia: «Todo aquello que yo más temía, terminó sucediendo».
Las personas solo conseguimos valorar realmente lo que tenemos cuando nos enfrentamos a nuestros miedos de perderlo todo.

Aunque, desgraciadamente, algunas personas son tan estúpidas que sólo consiguen valorar lo que tienen cuando experimentan en sus propias carnes la sensación de su pérdida.

Autor: Paulo Coelho

domingo, abril 25, 2010

El huevo




Cierta mañana Nasrudin envolvió un huevo en un pañuelo, se fue al medio de la plaza de su ciudad y llamó a los que pasaban por allí.
- ¡Hoy tendremos un importante concurso! – dijo – ¡Quien descubra lo que está envuelto en este pañuelo, recibirá de regalo el huevo que está dentro!
Se miraron, intrigados, y le dijeron:
- ¿Cómo podemos saber qué tienes dentro del pañuelo? ¡Ninguno de nosotros es adivino!
Nasrudin insistió:
- Lo que está en este pañuelo tiene un centro que es amarillo como un yema, rodeado de un líquido del color de la clara, que a su vez está contenido dentro de una cáscara que se rompe fácilmente. Es un símbolo de fertilidad, y nos recuerda a los pájaros que vuelan hacia sus nidos. Entonces, ¿quién puede decirme lo que está escondido?
Todos los habitantes pensaban que Nasrudin tenía en sus manos un huevo, pero la respuesta era tan obvia que nadie quiso pasar vergüenza delante de los otros. Se preguntaban a sí mismos: ¿Y si no fuese un huevo, sino algo muy importante, producto de la fértil imaginacón mística de los sufíes? Un centro amarillo podía significar algo del sol, el líquido a su alrededor tal vez fuese algún preparado de alquimia. No, aquel loco estaba queriendo que alquien haciera el ridículo.
El cuento relata que Nasrudin preguntó dos veces más y nadie se arriesgó a decir algo impropio. Entonces él abrió el pañuelo y mostró a todos el huevo.
- Todos vosotros sabíais la respuesta – afirmó – y nadie osó traducirla en palabras. Así es la vida de aquellos que no tienen el valor de arriesgarse: las soluciones nos son dadas generosamente por Dios, pero estas personas siempre buscan explicaciones más complicadas, y terminan no haciendo nada.

Extraido: Internet, http://contarcuentos.com/tag/cuento-sufi/

sábado, abril 03, 2010

Me deje llevar



Y me deje llevar por tu magia,
forjandola con palabras de mi interior.
El silencio era la paz de mi alma,
el momento era un regalo para dos.

Y me deje llevar por tu alegria,
con la pluma en mano de un enamorado.
plasmando sentimientos en la poesia,
y sintiendome el rey mas afortunado.

Y me deje llevar con tu amor,
que es el ritmo de mi corazón.
Porque cada dia vivo un sueño de pasión,
a tu lado la realidad se convierte en ilusión.

martes, marzo 30, 2010

La bandera




El maestro observó a cuatro monjes que discutían, obstinados, frente a una bandera que flameaba. Cada uno argumentó según su particular enfoque:

-Este paño es un objeto inanimado y es el viento quien lo hace ondear.

-La brisa carece de movimiento propio, por lo que es imposible que agite cualquier cosa.

-El flamear es sin duda una relación de causa y efecto.

-En lo esencial, no hay bandera inquieta, sólo el viento la hace flamear...

Fue entonces cuando Huei-Neng, el patriarca fundador del budismo zen, analfabeto, al caminar frente a ellos los serenó:

-Amigos, ni viento ni bandera, sólo veo vuestras mentes agitadas.

Sorprendidos, los jóvenes pidieron con humildad que el maestro los aceptase como sus discípulos.

Cuando los grandes maestros no encontraban las palabras, ni las definiciones intelectuales para explicar las más importantes enseñanzas de la vida, recurrían a la parábola, a la fábula, al mito o al sueño.

Extraido: Cuentos para regalar a personas soñadoras, de Enrique Mariscal


Una bolsa con mensaje




Una bolsa con mensaje, comprando por barcelona (Traducida):

Un viejo indio estaba hablando con su nieto, y le decia:

"Me siento como si tuviese dos lobos luchando dentro del corazón. Uno es un lobo enojado, violento y vengativo. El otro esta lleno de amor y cmpasión."

El nieto pide:

"Y dime, abuelo, quien de los dos ganará la lucha en tu corazón."

El abuelo respondió:

"Aquel que yo alimente."

Magia en una bolsa de natura.

miércoles, marzo 17, 2010

Vivamos


Vivamos

Deja que mi alma sueñe,
con tu infinita utopia,
que tu mirada me dibuje,
palabras en forma de poesia.

Deja que mi corazon marque,
con cada uno de sus latidos,
toda la magia en le envuelve,
dando forma a miles de deseos.

Dejame vivir cada dia a tu lado,
y disfrutar de estar enamorado.
Deja que cada uno de nuestros sueños,
sean los pilares de todo lo que queremos.

miércoles, marzo 03, 2010

El cuento de las arenas



Un río, desde sus orígenes en lejanas montañas, después de pasar a través de toda clase y trazado de campiñas, al fin alcanzó las arenas del desierto. Del mismo modo que había sorteado todos los otros obstáculos, el río trató de atravesar este último, pero se dio cuenta de que sus aguas desaparecían en las arenas tan pronto llegaba a éstas.
Estaba convencido, no obstante, de que su destino era cruzar este desierto y sin embargo, no había manera. Entonces una recóndita voz, que venía desde el desierto mismo le susurró:
"El Viento cruza el desierto y así puede hacerlo el río"
El río objetó que se estaba estrellando contra las arenas y solamente conseguía ser absorbido, que el viento podía volar y ésa era la razón por la cual podía cruzar el desierto.
"Arrojándote con violencia como lo vienes haciendo no lograrás cruzarlo. Desaparecerás o te convertirás en un pantano. Debes permitir que el viento te lleve hacia tu destino"
-¿Pero cómo esto podrá suceder?
"Consintiendo en ser absorbido por el viento".
Esta idea no era aceptable para el río. Después de todo él nunca había sido absorbido antes. No quería perder su individualidad. "¿Y, una vez perdida ésta, cómo puede uno saber si podrá recuperarla alguna vez?" "El viento", dijeron las arenas, "cumple esa función. Eleva el agua, la transporta sobre el desierto y luego la deja caer. Cayendo como lluvia, el agua nuevamente se vuelve río"
-¿Cómo puedo saber que esto es verdad?
"Así es, y si tú no lo crees, no te volverás más que un pantano y aún eso tomaría muchos, pero muchos años; y un pantano, ciertamente no es la misma cosa que un río."
-¿Pero no puedo seguir siendo el mismo río que ahora soy?
"Tú no puedes en ningún caso permanecer así", continuó la voz. "Tu parte esencial es transportada y forma un río nuevamente. Eres llamado así, aún hoy, porque no sabes qué parte tuya es la esencial."
Cuando oyó esto, ciertos ecos comenzaron a resonar en los pensamientos del río. Vagamente, recordó un estado en el cual él, o una parte de él ¿cuál sería?, había sido transportado en los brazos del viento. También recordó --¿o le pareció?-- que eso era lo que realmente debía hacer, aún cuando no fuera lo más obvio. Y el río elevó sus vapores en los acogedores brazos del viento, que gentil y fácilmente lo llevó hacia arriba y a lo lejos, dejándolo caer suavemente tan pronto hubieron alcanzado la cima de una montaña, muchas pero muchas millas más lejos. Y porque había tenido sus dudas, el río pudo recordar y registrar más firmemente en su mente, los detalles de la experiencia. Reflexionó: "Sí, ahora conozco mi verdadera identidad". El río estaba aprendiendo pero las arenas susurraron: "Nosotras conocemos, porque vemos suceder esto día tras día, y porque nosotras las arenas, nos extendemos por todo el camino que va desde las orillas del río hasta la montaña"
Y es por eso que se dice que el camino en el cual el Río de la Vida ha de continuar su travesía está escrito en las Arenas.
Awad Afifi el Tunecino
Extraido: de internet, http://www.personarte.com/arenas.htm

viernes, febrero 05, 2010

Galletitas




A una estación de trenes llega una tarde, una señora muy elegante. En la ventanilla le informan que el tren está retrasado y que tardará aproximadamente una hora en llegar a la estación.
Un poco fastidiada, la señora va al puesto de diarios y compra una revista, luego pasa al kiosco y compra un paquete de galletitas y una lata de gaseosa. Preparada para la forzosa espera, se sienta en uno de los largos bancos del andén. Mientras hojea la revista,
un joven se sienta a su lado y comienza a leer un diario. Imprevistamente la señora ve, por el rabillo del ojo, cómo el muchacho, sin decir una palabra, estira la mano, agarra el paquete de galletitas, lo abre y después de sacar una comienza a comérsela despreocupadamente.

La mujer está indignada. No está dispuesta a ser grosera, pero tampoco a hacer de cuenta que nada ha pasado; así que, con gesto ampuloso, toma el paquete y saca una galletita que exhibe frente al joven y se la come mirándolo fijamente. Por toda respuesta, el joven sonríe... y toma otra galletita. La señora gime un poco, toma una nueva galletita y, con ostensibles señales de fastidio, se la come sosteniendo otra vez la mirada en el muchacho.
El diálogo de miradas y sonrisas continúa entre galleta y galleta. La señora cada vez más irritada, el muchacho cada vez más divertido.

Finalmente, la señora se da cuenta de que en el paquete queda sólo la última galletita. " No podrá ser tan caradura", piensa, y se queda como congelada mirando alternativamente al joven y a las galletitas. Con calma, el muchacho alarga la mano, toma la última galletita y, con mucha suavidad, la corta exactamente por la mitad. Con su sonrisa más amorosa le ofrece media a la señora.

- Gracias! - dice la mujer tomando con rudeza la media galletita.

- De nada - contesta el joven sonriendo angelical mientras come su mitad.

El tren llega. Furiosa, la señora se levanta con sus cosas y sube al tren. Al arrancar, desde el vagón ve al muchacho todavía sentado en el banco del andén y piensa: " Insolente".
Siente la boca reseca de ira. Abre la cartera para sacar la lata de gaseosa y se sorprende al encontrar, cerrado, su paquete de galletitas... ! Intacto!.

Extraido: Cuentos para pensar, Jorge Bucay

Sentirse



Cada dia escribes en mi memoria,
bajo la atenta mirada de la luna,
mil versos de poesia divina,
para que mis sueños vivan de tu magia.

Que bonito es el silencio a tu lado,
donde los gestos se quieren.
Acariciando los momentos en mi mente,
y sentirse eclipsado.

Sumo nuestros dias a nuestro diario,
en lo momentos de recuerdo los dibujo,
porque si hay algo bien cierto,
es lo mucho que te quiero.

sábado, enero 09, 2010

Cada dia


Al ritmo de tú corazón,
se forjan los camino de mi sueño.
Espectador de la mas bella función,
que es vivir contigo la magia de lo eterno.

Las agujas del sentimiento,
marcan pautas bajo el cielo abierto,
para escribir cada momento,
con la pluma de este poeta despierto.

Dificil describir lo que siento,
vacias me parecen las palabras.
Porque no hay tinta para este sentimiento,
que cada dia me regalas.