Se encienden los
colores del silencio,
amurallado en la
trampa de este momento.
Se escuchan
movimientos del un reloj en reposo,
indicando el camino
del recuerdo.
Viejas teclas de un
piano piadoso,
acariciando el
pentagrama del sueño.
Sin entender la vieja
gloria de este puerto,
bañado en el océano
del desierto.
El camino se escribe
en cursiva,
con pasos de un alma
primitiva.
Una voz de mochila
narrativa,
y las letras como la
brújula fugitiva.
Un silencio que
calienta y cautiva,
durmiendo las ganas
de lluvia.
Un silencio de vía
pensativa,
que por momentos te
abraza a la deriva.
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