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martes, marzo 22, 2016

Un momento de té



Saboreo el aroma del te,
Dejo que la música sea mi guía. 
Pinto de blanco mi mente,
Pincelo palabras de armonía. 

Teclas de un piano lejano,
Paseo sin dar un paso por un sendero imaginario. 
Sedas de calma al viajero,
Alma de mochila y de sueños un recetario. 

Un instante para algunos,
Un momento para otros. 
Un infinito para el viajero,
un té con aroma sincero. 

lunes, marzo 21, 2016

Sombra de tiempo


Sus pasos nunca miran atrás,
luz al inicio de su camino,
Oscuridad al final,
y siempre el rey de tu destino.

Bolsa de muchos viajeros,
brújula de unos tantos incautos.
Compañero de confidencias,
enemigo de soñadores.

Punto y final de textos,
silencio infinito en conversaciones.
Mundo para muchos,
pequeño para los que viven de las ilusiones.

Sus pasos marcan vidas,
luz bajo su sombra.
Oscuridad en sus flechas,
y siempre el rey de su obra.

Los zapatos del hombre afortunado



Hace ya mucho, mucho tiempo… en un reino muy, muy lejano… había un rey cuyo poder y riqueza eran tan enormes como profunda era la tristeza que cada día le acompañaba. Lo tenía todo y aun así no conseguía ser feliz, siempre sentía que le faltaba algo. Un día, harto de tanto sufrimiento, anunció que entregaría la mitad de su reino a quien consiguiera devolverle la felicidad.
Tras el anuncio, todos los consejeros de la corte comenzaron a buscar una cura. Trajeron a los sabios más prestigiosos, a los magos más famosos, a los mejores curanderos… incluso buscaron a los más divertidos bufones, pero todo fue inútil, nadie sabía cómo hacer feliz a un rey que lo tenía todo.
Cuando, tras muchas semanas, ya todos se habían dado por vencidos, apareció por palacio un viejo sabio que aseguró tener la respuesta:
“Si hay en el reino un hombre completamente feliz, podréis curar al rey. Solo tenéis que encontrar a alguien que, en su día a día, se sienta satisfecho con lo que tiene, que muestre siempre una sonrisa sincera en su rostro, que no tenga envidia por las pertenencias de los demás… Y cuando lo halléis, pedidle sus zapatos y traedlos a palacio.
Una vez aquí, su majestad deberá caminar un día entero con esos zapatos. Os aseguro que a la mañana siguiente se habrá curado”.
El rey dio su aprobación y todos los consejeros comenzaron la búsqueda.
Pero algo que en un principio parecía fácil, resultó no serlo tanto: pues el hombre que era rico, estaba enfermo; el que tenía buena salud, era pobre; el que tenía dinero y a la vez estaba sano, se quejaba de su pareja, o de sus hijos, o del trabajo… Finalmente se dieron cuenta de que a todos les faltaba algo para ser totalmente felices.
Tras muchos días de búsqueda, llegó un mensajero a palacio para anunciar que, por fin, habían encontrado a un hombre feliz. Se trataba de un humilde campesino que vivía en una de las zonas más pobres y alejadas.
El rey, al conocer la noticia, mandó buscar los zapatos de aquel afortunado. Les dijo que a cambio le dieran cualquier cosa que pidiera.
Los mensajeros iniciaron un largo viaje y, tras varias semanas, se presentaron de nuevo ante el monarca.
-Bien, decidme, ¿lo habéis conseguido? ¿Habéis localizado al campesino?
-Majestad, tenemos una noticia buena y una mala. La buena es que hemos encontrado al hombre y en verdad que es feliz. Le estuvimos observando y vimos la ilusión en su mirada en cada momento del día. Hablamos con él y nos recibió con una amplia sonrisa y con la alegría reflejada en sus ojos…

-¿Y la mala? -preguntó el rey impaciente.
- Que no tenía zapatos.
Extraído: Internet, http://terapiasgestalt.es