Pages

sábado, diciembre 31, 2016

Cajitas de colores




Cuando siento un nudo en el estómago me tumbo en el suelo y abro mis cajitas de colores.


Abro la caja roja y dejo que salten al suelo todas las emociones que guardo allí: ira, enojo, furia, cólera, irritación, flustración, miedo , impotencia, rabia, asco, vergüenza...y

Abro mi caja negra y de ella salen, apagadas, la soledad, la tristeza, la desesperanza, el abandono, la pena, la angustia, la pesadumbre...

Abro mi caja verde y me encuentro, florecientes, la esperanza, la fe, la ilusión, la curiosidad, el consuelo, la confianza, la compasión...

Abro mi caja amarilla y surgen palabras brillantes como el sol: amistad, amor, ternura, alegría, felicidad...

Abro la caja azul , sin ruido, se despliegan la humildad, la gratitud, la serenidad, la calma, la paz...

Juego con ellas, dejo que se mezclen, las agrupo, las ordeno, las miro y las remiro.Luego decido con cuáles me quiero quedar.

Hoy he escogido tres palabras: verde- confianza, amarillo- amor y azul - calma. Las demás las he devuelto a sus cajitas. Por cierto ...el nudo ya no está.


Extraído: Libro, La vida viene a cuento, Jaume Soler y Mercè Conangla.



lunes, diciembre 26, 2016

El camino



Del suspiro navegante al aire,
se hizo trizas la línea de la cordura.
Dibujando trazos finos en un mapa de dulzura,
comenzó nuestra historia y un viaje de locura.

Rompimos reglas que no estaban escritas,
corrimos alrededor de las gaviotas del destino,
para construir nunca jamás en nuestro sueño,
y acompañarlo con la música de mil estrellas.

Caminamos ríos de agua infinita,
mojando sentimientos en el agua limpia y cristalina,
nadando con una corriente del velo de Afrodita,
jugamos y recogimos la canoa clandestina.

Luchamos contra el Goliat de la distancia,
con ambas manos unidas a un mismo objetivo.
Y vencimos con la ayuda del tiempo narrativo,
que relató nuestra historia de victoria desde el amor y la constancia.

El coleccionista de insultos



Cerca de Tokio vivía un gran samurai, ya anciano, que se dedicaba a enseñar el budismo zen a los jóvenes.
A pesar de su edad, corría la leyenda de que era capaz de vencer a cualquier adversario.
Cierto día un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos pasó por la casa del viejo. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba que el adversario hiciera su primer movimiento, y, gracias a su inteligencia privilegiada para captar los errores, contraatacaba con velocidad fulminante.
El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una batalla.
Conociendo la reputación del viejo samurai, estaba allí para derrotarlo y aumentar aún más su fama.
Los estudiantes de zen que se encontraban presentes se manifestaron contra la idea, pero el anciano aceptó el desafío.
Entonces fueron todos a la plaza de la ciudad, donde el joven empezó a provocar al viejo:
Arrojó algunas piedras en su dirección, lo escupió en la cara y le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus ancestros.
Durante varias horas hizo todo lo posible para sacarlo de sus casillas, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, ya exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró de la plaza.
Decepcionados por el hecho de que su maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:
-¿Cómo ha podido soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usó su espada, aun sabiendo que podría perder la lucha, en vez de mostrarse como un cobarde ante todos nosotros?

El viejo samurai repuso:
- Si alguien se acerca a ti con un regalo y no lo aceptas, ¿a quién le pertenece el regalo?
- Por supuesto, a quien intentó entregarlo -respondió uno de los discípulos.
- Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos añadió el maestro-. Cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.
Extraído: internet, http://psicologia-estrategica.com 

jueves, septiembre 22, 2016

Espera



Espera que el susurro te desenrede,
 y los hilos de la tranquilidad,
tejan una vez mas lo que precede,
dando cobijo y fuego a la serenidad.

Deja que  la melodía sea tu barquero,
que las finas olas al chocar,
te lleven una vez mas a ese verdadero,
momento para pensar y soñar.

Divide cada palabra que nazca de ese instante,
suspira cada una de sus silabas,
dibuja cada trazo eterno y brillante,
y detén el tiempo en tus páginas.

Espera que la mitad que te rodea,
 forme parte de la mitad que te guardas.
Y con tus ojos desea,
lo que en tu corazón resguardas.

Vivir el presente



“Un hombre se le acercó a un sabio anciano y le dijo:
 -Me han dicho que tú eres sabio…. Por favor, dime qué cosas puede hacer un sabio que no está al alcance de las demás de las personas. 
El anciano le contestó:
 -Cuando como, simplemente como; duermo cuando estoy durmiendo, y cuando hablo contigo, sólo hablo contigo. 
Pero eso también lo puedo hacer yo y no por eso soy sabio, le contestó el hombre, sorprendido. 
Yo no lo creo así, le replicó el anciano. Pues cuando duermes recuerdas los problemas que tuviste durante el día o imaginas los que podrás tener al levantarte. Cuando comes estás planeando lo que vas a hacer más tarde. Y mientras hablas conmigo piensas en qué vas a preguntarme o cómo vas a responderme, antes de que yo termine de hablar. El secreto es estar consciente de lo que hacemos en el momento presente y así disfrutar cada minuto del milagro de la vida.”
Extraído: Internet, http://psiqueviva.com

viernes, septiembre 02, 2016

Pequeño soñador



Guerrero de tu reino del desorden,
fuerza por alegría y corazón.
Artista de pinturas que como tu, crecen.
Y maestro de mi tiempo y pasión.

Regalando mil palabras con sabor,
bailando con el viento cada canción.
Hambriento de mil batallas en tu interior,
tren que cada día disfruto en mi estación.

Intensidad embriagada del ciclón de tu voz,
sentimientos disfrutando de tu libertad.
Aventurero de tu mágico mundo de Oz,
sastre del los trajes de la felicidad.

Pequeño corazón de mi victoria,
jardinero de las flores de mi camino.
Mi mirada bajo tu destino,

compartiendo y escribiendo nuestra historia.

El vuelo del halcón



Un rey recibió como obsequio dos pequeños halcones y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara. Pasado unos meses, el maestro le informó al rey que uno de los halcones estaba perfectamente, pero que al otro, no sabía que le sucedía pues no se había movido de la rama donde lo dejó, desde el día que llegó. 
El rey mandó a llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero nadie pudo hacerlo volar. Al día siguiente el monarca decidió comunicar a su pueblo que ofrecería una recompensa a la persona que hiciera volar al halcón. A la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente por los jardines. 
El rey le dijo a su corte:
—Traedme al autor de este milagro. Su corte le llevó a un humilde campesino. El rey le preguntó:
—¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres acaso un mago? Intimidado el campesino le dijo al rey:
—Fue fácil, mi Señor, sólo corté la rama y el halcón voló, se dio cuenta de que tenía alas y se largó a volar.
Alcancemos alturas antes de que alguien nos corte nuestra rama…
Extraído: internet, https://reflexionesdesdeelcuento.wordpress.com

viernes, junio 10, 2016

La parábola del árbol de manzanas


     Hace mucho tiempo existía un enorme árbol de manzanas. Un pequeño niño lo amaba mucho y todos los días jugaba alrededor de el. Trepaba al árbol hasta el tope y él le daba sombra. Él amaba al árbol y el árbol amaba al niño. Paso el tiempo y el pequeño niño creció y el nunca más volvió a jugar alrededor del enorme árbol. Un día el muchacho regresó al árbol y escuchó que el árbol le dijo. 
– Estoy muy triste. – ¿Vienes a jugar conmigo? Pero el muchacho contestó: 
– Ya no soy el niño de antes que jugaba alrededor de enormes árboles. Lo que ahora quiero son juguetes y necesito dinero para comprarlos.
– Lo siento, dijo el árbol. – Pero no tengo dinero – Te sugiero que tomes todas mis manzanas y las vendas. De esta manera tú obtendrás el dinero para tus juguetes.
     El muchacho se sintió muy feliz. Tomó todas las manzanas y obtuvo el dinero y el árbol volvió a ser feliz. Pero el muchacho nunca volvió después de obtener el dinero y el árbol volvió a estar triste. Tiempo después, el muchacho regresó y el árbol se puso feliz y le preguntó. 
– ¿Vienes a jugar conmigo? 
– No tengo tiempo para jugar. Debo de trabajar para mi familia. Necesito una casa para compartir con mi esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme? 
– Lo siento, pero no tengo una casa, pero… Tú puedes cortar mis ramas y construir tu casa. 
El joven cortó todas las ramas del árbol y esto hizo feliz nuevamente al árbol, pero el joven nunca mas volvió desde esa vez y el árbol volvió a estar triste y solitario. 
     Cierto día de un cálido verano, el hombre regresa y el árbol estaba alegre. 
– ¿Vienes a jugar conmigo? -le preguntó el árbol. 
El hombre contesta:
– Estoy triste y volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar. ¿Puedes darme uno? 
El árbol contesta: 
– Usa mi tronco para que puedas construir uno y así puedas navegar y ser feliz. 
El hombre cortó el tronco y construyó su bote.
     Luego se fue a navegar por un largo tiempo. Finalmente regresó después de muchos años y el árbol le dijo. 
– Lo siento mucho, pero ya no tengo nada que darte ni siquiera manzanas. 
El hombre responde: 
– No tengo dientes para morder, ni fuerza para escalar. Ya estoy viejo. 
Entonces el árbol con lágrimas en sus ojos le dijo: 
– Realmente no puedo darte nada… La única cosa que me queda son mis raíces muertas. 
Y el hombre contestó: 
– Yo no necesito mucho ahora, solo un lugar para descansar. Estoy tan cansado después de tantos años. Bueno… las viejas raíces de un árbol, son el mejor lugar para recostarse y descansar. 
– Ven siéntate conmigo y descansa. El hombre se sentó junto al árbol y este feliz y contento sonrió con lágrimas. 
¿Sabes qué? Esta puede ser la historia de cada uno de nosotros. El árbol son nuestros Padres.

Extraído: Internet, http://psiqueviva.com

Pequeño guardián



Por ti la vida,
rey de mis sueños.
Libertad de tu mundo pequeño,
y nuestra complicidad en tus juegos.

Pasos de pequeño gigante,
camino dibujado de tu mano,
observador el sol brillante,
y tu corazón tan cercano.

Infinita tu alegría,
pintando los momentos.
Mago de fantasía,
con varita de encantamientos.

Por ti mi gran capitán,
sangre de mi sangre.
Por ti mi guardián,
del alma de este padre.