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martes, junio 05, 2018

Tener la conciencia tranquila


Un día dijo un maestro a sus discípulos: «Soy pobre y débil, pero vosotros tenéis la fuerza de la juventud, y yo os enseño. Por lo tanto, es vuestro deber reunir el dinero que necesito para vivir». Sus discípulos le preguntaron:
―Maestro, ¿cómo podemos hacer lo que pide de nosotros? Las gentes de esta ciudad son tan poco generosas que nuestro ruego sería inútil.
―Hijos míos –les contestó–, existe una forma de conseguir dinero, no pidiéndolo, sino cogiéndolo. En este caso, robar no sería pecado, ya que merecemos más que otros el dinero. Yo lo haría, pero me temo que soy demasiado viejo y débil.
―Nosotros somos jóvenes –dijo uno de los aprendices– y podemos hacerlo. No hay nada que no hiciéramos por usted, querido maestro. Tan sólo tiene que indicarnos cómo hacerlo y nosotros cumpliremos nuestro voto de obediencia.
―Sois jóvenes y es sencillo para vosotros, que sois varios,apropiaros de la bolsa de algún hombre rico. Así debéis hacerlo: escoged algún lugar tranquilo, aseguraos de que nadie os vea, y luego agarrad a un transeúnte y tomad su dinero. Eso sí, no lo lastiméis.
Todos los discípulos partieron a cumplir lo ordenado, pero se pararon al ver que uno permanecía quieto, callado.
El maestro miró a ese joven discípulo y dijo:
―Mis otros discípulos son valientes y desean demostrarme su amor. A ti, en cambio, poco te preocupa que tu maestro sufra.
―Perdóneme, maestro –contestó–, pero el plan que usted ha trazado me parece irrealizable. Este es el motivo de mi silencio.
―¿Por qué es irrealizable?
―Porque no existe tal lugar en el que nadie nos vea. Aun estando yo solo, mi Yo me ve. Antes cogería un plato e iría a mendigar que permitir que mi Yo me vea robando.
Tras oír estas palabras, el rostro del maestro se iluminó de gozo. Abrazó al joven y le dijo: «Me doy por dichoso si uno solo de mis discípulos ha comprendido mis palabras».
Sus otros aprendices, al entender que su maestro les había puesto a prueba, bajaron la cabeza avergonzados. Y desde aquel día, siempre que un pensamiento indigno acudía a su mente, lo expulsaban recordando las palabras de su compañero: «Mi yo me ve».
Así llegaron a ser grandes hombres, y todos ellos vivieron felices por siempre
Extraído: Internet, http://widemat.com/cuentos-budistas-cortos-pensar-iii/

Un instante sin velo



Trazo camino sin verlo,
dibujando la sonrisa de la incerteza. 
Mendigo al abrigo del cielo,
en la mochila una bella delicadeza. 

Respiro mi momento,
que lleva consigo la magia del ahora. 
El tiempo en movimiento,
y en mi mente la pluma escritora. 

Giros de aire al alzar el velo,
liberando mis ojos con pureza. 
Me regala un mundo paralelo,
una utopía de inmensa belleza. 

Solo un instante de conocimiento,
como el pleno trazo de una pintora. 
El Yo que siento,
a un gran Ego devora. 

viernes, abril 13, 2018

Cielo de cartón



Acantilado de los naufragios sin pena,
cueva de los años sin calendario. 
El romper de unas olas del reloj que resuena,
sensaciones actuando en el escenario. 

Mirada de frente al aire,
palabras del respirar apagado. 
Imaginación arrancada que el lienzo tiñe,
y de narrador un corazón escuchado. 

Rodeado de la tormenta más serena,
maquillaje en un cielo extraordinario. 
Los sentimientos uno tras otro en cadena,

regalando páginas al diario

Balcón para desprender,
destino del suspiro. 
Tormenta en las olas y comprender,
que con cada sueño respiro y vivo.

martes, marzo 27, 2018

Caminar bajo la lluvia



Combate sin batalla,
rehén de las infinitas gotas.
Sendero bajo la barricada de la muralla,
al abrigo de mil notas.

Aroma de tiempo detenido,
pasos del vagabundo mas rico.
Baile de plata exquisito,
y al aire un brindis infinito.

Huellas en el cemento sin toalla,
mar de nubes rotas.
Funeral del sol en la pantalla,
baúl con canciones remotas.

Sueño del recuerdo eterno,
sin ayer ni mañana.
El sentido escrito en el cuaderno,
y dos almas bajo una magia lejana.  

La bellota y el monje

     


     Paseaban el maestro y el aprendiz por el bosque y de pronto el maestro le dijo al alumno: 

- ¿Ves esa bellota? Cógela. 

El alumno la cogió, y ambos siguieron andando. De pronto se encontraron con un arbolito pequeñito y el maestro le dijo al alumno: 

- ¿Ves ese arbolito? Trata de arrancarlo. 

El alumno tras mucho esfuerzo al fin lo logró. Siguieron andando y se toparon de frente con un inmenso roble grande y frondoso, con tronco grueso y raíces profundas. El maestro le dijo al alumno:

- ¿Ves ese roble? Arráncalo.

El alumno miró al maestro extrañado y le dijo: 

- Maestro si con el arbolito casi no pude, ¿cómo voy a poder arrancar este roble?.

El maestro contestó: 

- Tus hábitos son como este roble, cuando están muy profundamente arraigados es prácticamente imposible cambiarlos. Todo empieza como esa diminuta bellota que llevas en las manos. Si identificas que es negativo al principio es fácilmente reemplazable. Si lo dejas por mucho tiempo, te pasará como con el arbolito, costará pero con esfuerzo lo lograrás. Si dejas que tus hábitos negativos se instalen en tu vida demasiado tiempo, se convertirán en un enorme roble imposible de arrancar.

Extraído: internet, http://losrelatosdemontse.blogspot.com.es

viernes, marzo 16, 2018

La roca en el camino



     En un reino lejano, hubo una vez un rey que colocó una gran roca en medio del camino principal de entrada al reino, obstaculizando el paso. Luego se escondió para ver si alguien la retiraba.
Los comerciantes más adinerados del reino y algunos cortesanos que pasaron simplemente rodearon la roca. Muchos de ellos se quedaron un rato delante de la roca quejándose, y culparon al rey de no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo nada para retirar el obstáculo.
Entonces llegó un campesino que llevaba una carga de verduras. La dejó en el suelo y estudió la roca en el camino observándola. Intentó mover la roca empujándola y haciendo palanca con una rama de madera  que encontró a un lado del camino,después de empujar y fatigarse mucho, finalmente logró apartar la roca.  Mientras recogía su carga, encontró una bolsa, justo en el lugar donde había estado la roca. La bolsa contenía una buena cantidad de monedas de oro y una nota del rey, indicando que esa era la recompensa para quien despejara el camino.
El campesino aprendió lo que los otros nunca aprendieron:
Cada obstáculo superado es una oportunidad para mejorar la propia condición. 
Extraído: Internet, https://psicologia-estrategica.com

En un instante



En un instante sientes dolor,
atrás queda la herida,
por llegar la cura interior. 

En un instante sientes miedo,
atrás queda el mal momento,
por llegar la valentía que heredo. 

En un instante sientes la tristeza,
atrás queda el daño,
por llegar la fortaleza. 

En un instante sientes y vives,
el atrás no existe,
y el llegar un espejismo que describes. 

miércoles, enero 31, 2018

Los tres leones



En la selva vivían 3 leones. Un día el mono, el representante electo por los animales, convocó a una reunión para pedirles una toma de decisión:
Todos nosotros sabemos que el león es el rey de los animales, pero para una gran duda en la selva: existen 3 leones y los 3 son muy fuertes.
¿A cuál de ellos debemos rendir obediencia? ¿Cuál de ellos deberá ser nuestro Rey?
Los leones supieron de la reunión y comentaron entre si: Es verdad, la preocupación de los animales tiene mucho sentido. Una selva no puede tener 3 reyes.
Luchar entre nosotros no queremos ya que somos muy amigos…
Necesitamos saber cual será el elegido, pero, ¿Cómo descubrirlo?.
Otra vez los animales se reunieron y después de mucho deliberar, llegaron a una decisión y se la comunicaron a los 3 leones:
Encontramos una solución muy simple para el problema, y decidimos que Uds. 3 van a escalar la Montaña Difícil.
El que llegue primero a la cima será consagrado nuestro Rey.
La Montaña Difícil era la mas alta de toda la selva. El desafío fue aceptado y todos los animales se reunieron para asistir a la gran escalada.
El primer león intentó escalar y no pudo llegar.
El segundo empezó con todas las ganas, pero, también fue derrotado.
El tercer león tampoco lo pudo conseguir y bajó derrotado.
Los animales estaban impacientes y curiosos; si los 3 fueron derrotados, ¿Cómo elegirían un rey?
En este momento, un águila, grande en edad y en sabiduría, pidió la palabra:
¡Yo sé quien debe ser el rey!
Todos los animales hicieron silencio y la miraron con gran expectativa.
¿Cómo?, Preguntaron todos.
Es simple… dijo el águila. Yo estaba volando bien cerca de ellos y cuando volvían derrotados en su escalada por la Montaña Difícil escuché lo que cada uno dijo a la Montaña.
El primer león dijo: – ¡Montaña, me has vencido!
El segundo león dijo: – ¡Montaña, me has vencido!
El tercer león dijo: – ¡Montaña, me has vencido, por ahora! Pero ya llegaste a tu tamaño final y yo todavía estoy creciendo.
La diferencia, completó el águila, es que el tercer león tuvo una actitud de vencedor cuando sintió la derrota en aquel momento, pero no desistió y quien piensa así, su persona es más grande que su problema: él es el rey de si mismo, está preparado para ser rey de los demás.
Los animales aplaudieron entusiasmadamente al tercer león que fue coronado El Rey de los animales.

Extraído: Internet, https://sembrandocaminos.wordpress.com

Dirige tu vida


Se cierne la exposición de la incertidumbre,
el sendero de las curvas infinitas. 
Obra el telón ante toda la muchedumbre,
Y hace acto de presencia os sueños que limitas. 

Suena las melodías del piano de tu vida,
oscuridad solo la que permitas. 
El guión escrito de la manera más sencilla,
Y las palabras más bonitas. 

Que tus sentimientos sean lo que se vislumbre,
El corazón lo que agitas. 
Aventurero de tu propia cumbre,
y la bandera de tu libertad lo que te repitas. 

Que en el camino que tu alma asida,
sea el agradecimiento lo en tu frontera limitas. 
Director de esta obra dirigida,
disfrutes aceptación en sus partituras escritas


viernes, enero 26, 2018

¿Buena suerte o mala suerte?




Había una vez un hombre que vivía con su hijo en una casa en el campo. Se dedicaba a trabajar la tierra y tenía un caballo para la labranza y para cargar los productos de la cosecha, por lo que ese animal era su bien más preciado. Un día el caballo se escapó saltando por encima de las bardas que hacían de cuadra. El vecino que se percató de este hecho corrió a la puerta de nuestro hombre diciéndole:
-Tu caballo se escapó, ¿qué harás ahora para trabajar el campo sin él? Se te avecina un invierno muy duro, ¡qué mala suerte has tenido!
El hombre lo miró y le dijo:
¿Buena suerte o mala suerte? ¿Quién sabe?.
Pasó algún tiempo y el caballo volvió a su redil con diez caballos salvajes con los que se había unido. El vecino al observar esto, otra vez llamó al hombre y le dijo:
-No solo recuperaste tu caballo, sino que ahora tienes diez caballos más, podrás vender y criar, ¡qué buena suerte has tenido!
El hombre lo miró y le dijo:
¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.
Después de unos meses el hijo de nuestro hombre montaba uno de los caballos salvajes para domarlo y calló al suelo partiéndose una pierna. Otra vez el vecino fue a decirle:
¡Qué mala suerte has tenido! Tu hijo se accidentó y no podrá ayudarte, tú eres ya viejo y sin su ayuda tendrás muchos problemas para realizar todos los trabajos.
El hombre, otra vez lo miró y dijo:
¿Buena suerte o mala suerte? ¿Quién sabe?.
Pasó el tiempo y en ese país estalló la guerra con el país vecino de manera que el ejército iba por los campos reclutando a los jóvenes para llevarlos al campo de batalla. Al hijo del vecino se lo llevaron por estar sano y al de nuestro hombre se le declaró no apto por estar imposibilitado. Nuevamente el vecino corrió diciendo:
-Se llevaron a mi hijo por estar sano y al tuyo lo rechazaron por su pierna rota. ¡Qué buena suerte has tenido!
Otra vez el hombre lo miró diciendo:
¿Buena suerte o mala suerte? ¿Quien sabe ?.

Extraído: Internet, https://daraespinaco.com

jueves, enero 25, 2018

Imagínate



Imagina que vences a tus miedos, 
que no existe el peso bajo tus pies. 
Imagina que tus frontera ya no son los recuerdos,
que te nubla la vista el telón del después. 

Imagina que la lucha se ha acabado, 
que la bandera blanca no ha sido necesaria. 
Imagina al guerrero sentado,
y la magia de una vida extraordinaria. 

Imagina que tus manos rozan el sendero,
que las piedras no forman parte ya del camino. 
Imagina que tienes la fuerza del viajero,
y el mapa lo marcas tú con tu destino. 

Imagina que luchas,
que eres tú el dueño.
Imagina que escuchas,
y que le das alas a ese sueño


Avivar la llama interior



Cuentan que un rey muy rico de la India, tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales y hombre de profunda religiosidad, cosa un tanto inusual para un personaje de su categoría.
Ante esta situación y movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de su tiempo.
Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía exigen, el hombre preguntó: Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza?
El rey le dijo: “Te lo revelaré, si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré”.
Al término del paseo, el rey le preguntó: “¿Qué piensas de mis riquezas?”
La persona respondió: “No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se apagara”.
El rey le dijo: “Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas de fuera. 

Extraído: Internet, https://sabiasmoralejas.wordpress.com

martes, enero 16, 2018

El papel arrugado

     

     

     Contaba un predicador que, cuando era niño, su carácter impulsivo lo hacía estallar en cólera a la menor provocación. Luego de que sucedía, casi siempre se sentía avergonzado y batallaba por pedir excusas a quien había ofendido.
 Un día su maestro, que lo vio dando justificaciones después de una explosión de ira a uno de sus compañeros de clase, lo llevó al salón, le entregó una hoja de papel lisa y le dijo:
—¡Arrúgalo! El muchacho, no sin cierta sorpresa, obedeció e hizo con el papel una bolita. 
—Ahora —volvió a decirle el maestro— déjalo como estaba antes.
Por supuesto que no pudo dejarlo como estaba. Por más que trataba, el papel siempre permanecía lleno de pliegues y de arrugas.
 Entonces el maestro remató diciendo:
—El corazón de las personas es como ese papel. La huella que dejas con tu ofensa será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues.

Así aprendió a ser más comprensivo y más paciente, recordando, cuando está a punto de estallar, el ejemplo del papel arrugado.

Extraído: internet, https://psicologia-estrategica.com

Padres


Al caminar por el sendero de la vida,
crecen los recuerdos al borde del camino.
Me acompaña a esta fiesta la alegría,
festejamos juntos nuestro destino.

Señalo el punto de partida,
del que este viajero partió hace tiempo.
Dos faros iluminaron mi vida,
acompañando el despertar del largo reto.

Vivencias y sentimientos en una mochila querida,
nostalgia bajo un velo repentino.
Inmenso calor de esa hoguera sentida,
que guardamos en nuestro corazón como pergamino.

Al caminar me giro y observo,
la larga senda recorrida.
Al caminar cierro los ojos y respiro,
el aroma de mis padres son mi inicio.

jueves, enero 11, 2018

Un amigo inesperado

    

 Hacía horas que Mariana no lograba conciliar el sueño. Aunque tenía clase en el instituto a la mañana siguiente, acabó saltando de la cama, dirigiéndose hacia el ordenador. Desde que su mejor amiga había hecho una fiesta sin invitarla, se sentía humillada y llena de rabia. Al hablarlo con ella, le había dicho que la fiesta había sido idea de Jenny, una chica de clase con la que Mariana no se hablaba.
“Para que no se produjera una situación difícil”, argumentó, “esta vez no te invité, pero ha sido una situación especial”. Mientras Mariana encendía el ordenador, un trueno hizo retumbar la ventana abierta. Al ir a cerrarla, vio una figura extraña: un joven vestido de clown esperaba en la parada del autobús nocturno.
Antes de sentarse frente al ordenador, se preguntó quién sería aquel payaso que volvía a casa de madrugada sin haberse podido cambiar. Entró en Facebook y fue directamente a su agenda de amistades. Vio que eran demasiadas. A muchas personas apenas las conocía, y otras que conocía bien no podían llamarse así.
“Tengo que hacer limpieza”, se dijo a la vez que un segundo trueno daba inicio a una fina lluvia.
Se levantó un instante para ver si el clown todavía estaba allí fuera, a la intemperie. Efectivamente, seguía de pie en la parada. Su maquillaje amenazaba con deshacerse si el bus no llegaba pronto. Turbada por esta imagen, volvió al ordenador dispuesta a limpiar su agenda de falsos amigos. Empezó bloqueando a Jenny, que, absurdamente, aún formaba parte de sus contactos. Luego se deshizo de todos aquellos a quienes no conocía personalmente.
Cuando el número de contactos quedó reducido a cincuenta, Mariana se dijo que tampoco todos ellos podían llamarse amigos. ¿Cuántos ponían “me gusta” a sus post? Siempre los mismos diez o doce. El resto era como si no existiera. Decidió eliminarlos sin piedad. Luego fue al muro de su mejor amiga. En su último post, aparecía abrazada a Jenny, bailando en la fiesta donde ella no había sido invitada.

Estaba a punto de bloquearla también cuando oyó que se desataba definivamente la tormenta. Corrió hasta la ventana para comprobar si el clown seguía allí. Al verle empapado bajo la tormenta, se olvidó por un momento de su limpieza de amigos y decidió bajar con un paraguas. Se dio cuenta, entonces, de que era muy joven, como mucho un par de años mayor que ella. Tras ofrecerle el paraguas abierto, le preguntó:

—¿Qué haces a estas horas de la noche vestido así?
—Vengo de actuar en una cena de cumpleaños –contestó el chico– y vuelvo en autobús porque me pagan muy poco. Hoy, además, en el restaurante me han robado la bolsa con la ropa para cambiarme.
Mariana sintió lástima por aquel payaso mojado.
—¿Y no te gustaría dedicarte a otra cosa? –le preguntó–. Aún estás a tiempo de estudiar otro oficio.
—No hay mejor oficio que este –dijo el payaso llevándose la mano al corazón–. Creo que quien me ha robado la ropa para hacerme una mala pasada estaba en la fiesta, pero allí también he visto a varios reír hasta llorar. Quizá han tenido un día terrible y durante un rato les he ayudado a aligerar su carga, como un amigo inesperado. –En este punto, el clown miró a la chica, dándose cuenta de que era solo una adolescente– ¿Y tú? ¿Qué haces despierta a estas horas?
—He visto que te estabas mojando y he bajado a traerte un paraguas. Eso es todo.
—Entonces eres como yo. Has bajado para ayudar a alguien que ni siquiera conoces. Por la sola satisfacción de hacerlo, sin pedir nada a cambio.
Esta frase la hizo reflexionar sobre los sentimientos negativos que había albergado los días pasados. Cuando la silueta del autobús ya se perfilaba al fondo de la avenida, Mariana le tomó de la manga y le dijo:
—Tengo algo que preguntarte... ¿Has sentido a veces que das lo mejor de ti a alguien y que luego no te corresponde?
—Cada día, forma parte de mi oficio.
—¿Y no te enfadas?
—No, porque he entendido que la generosidad no es un camino común de ida y vuelta.
—¿Qué quieres decir con eso? –le preguntó ella.
—Lo bueno que das vuelve a ti, pero no siempre por parte de las personas que reciben tus favores. Esa es la magia de dar sin esperar nada a cambio –dijo mientras el autobús ya frenaba frente a la parada–. El universo te premia a través de otros amigos, incluso a través de alguien que no te conoce.
—¿De verdad? ¿Te ha sucedido alguna vez?
El payaso besó a la chica en la frente y, antes de subir al autobús, le confesó:
—Sí, esta noche. Yo he dado lo que tenía en otra parte, y tú me has traído el paraguas. 

Extraído: Internet, autor Francesc Miralles.