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martes, octubre 25, 2011

Cuento Sabio





Cierta vez en un antiguo monasterio un discípulo consternado,
porque sus compañeros, sus condiscípulos, se dividían en opiniones sobre el,
algunos buenas… otras malas, a veces unos lo criticaban,
a veces los otros lo elogiaban.
Y en verdad este joven muchacho subía y bajaba en sus estados de ánimo
según la opinión de sus compañeros.


Cierta vez caminando por los jardines del monasterio vio a uno de los viejos maestros,
que daba sus enseñanzas transitando por allí. Se acerco, se puso a su lado, y le dijo:


- Maestro, un grupo de condiscípulos suele elogiarme ante mis actos,
y yo me siento pleno.

- ¿El otro grupo?- dijo el sabio maestro.
- El otro grupo me critica, el otro grupo me denosta, el otro grupo me subestima.
- ¿Y que te sucede muchacho?- pregunto el sabio.
- Caigo a lo más profundo, pierdo la confianza en mí.

El joven al decir esto espero una respuesta del maestro.
El maestro lo miro, siguió caminado, el muchacho siguió a su lado,
de repente el anciano se detuvo dio media vuelta lo miro a los ojos y le dijo:


- Ve al cementerio.
- ¿Al cementerio?- pregunto asombrado el muchacho.
- Si, ahora mismo ve al cementerio… llega hasta la mitad,
observa todas las tumbas y entonces ponte a proferir insultos a los muertos.

- ¿A los muertos?- pregunto aun más asombrado el joven.
- Si, a los muertos… Es mi orden, ejecútala ahora mismo.

El muchacho fue al cementerio, llego al centro del cementerio y mirando a las tumbas,
comenzó a insultar a los muertos, de una y otra manera… y cuando termino, regreso.

Encontró a su maestro en el mismo lugar y le explico lo sucedido.

- ¿Y que sucedió?
¿Qué dijeron los muertos ante tus insultos? – preguntó el sabio maestro.

- Nada, ¿Que iban a decir?
- Entonces regresa – dijo el sabio.
- ¿Regresar? – pregunto el joven sin entender le que sucedía.
- ¡Si! regresa al mismo lugar, observa las mismas tumbas,
y comienza a lanzar elogios a todos los muertos…
Las mejores palabras que puedas encontrar en tu boca, díselas.


Y así hizo el discípulo, fue hasta allí…
No comprendiendo el mensaje del maestro, y cuando hubo terminado todo lo indicado, regreso.
Y nuevamente lo encontró.


- ¿Y que respondieron ellos ante tanta alabanza? – dijo el maestro.
- Nada respondieron…. ¡Si están muertos! - contesto el joven.

- Entonces… Se como los muertos – dijo el sabio
- Que ni el elogio de los vivos te ensalce, que ni la crítica de los vivos te rebaje…
Se como los muertos…


No te bambolees como un junco ante el viento por la opinión de los demás,
no permitas que los demás con su vara midan tus actitudes.
¿Quiénes son los otros? sino mas que tus pares…
¿Quiénes son ellos? sean quien sean para determinar si te cabe un elogio,
si te cabe una critica.
Pero ¿Quién eres tu? para consumir todo lo que venga de afuera dejando
de lado tu propia opinión sobre ti…
Mira hacia adentro, encuéntrate, defínete, ¡y se vos! por sobre todas las cosas…

Autor: Daniel Martinez, Decisiones

martes, octubre 18, 2011

Maestra ¿Que es el amor?



Uno de los niños de una clase de educación infantil preguntó:

- Maestra… ¿qué es el amor?

La maestra sintió que la criatura merecía una respuesta que estuviese a la altura de la pregunta inteligente que había formulado. Como ya estaban en la hora del recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el patio de la escuela y trajeran cosas que invitaran a amar o que despertaran en ellos ese sentimiento. Los pequeños salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo:
- Quiero que cada uno muestre lo que ha encontrado.
El primer alumno respondió:
- Yo traje esta flor… ¿no es bonita?
A continuación, otro alumno dijo:
- Yo traje este pichón de pajarito que encontré en un nido… ¿no es gracioso?
Y así los chicos, uno a uno, fueron mostrando a los demás lo que habían recogido en el patio.
Cuando terminaron, la maestra advirtió que una de las niñas no había traído nada y que había permanecido en silencio mientras sus compañeros hablaban. Se sentía avergonzada por no tener nada que enseñar.
La maestra se dirigió a ella:
- Muy bien, ¿y tú?, ¿no has encontrado nada que puedas amar?
La criatura, tímidamente, respondió:
- Lo siento, seño. Vi la flor y sentí su perfume, pensé en arrancarla pero preferí dejarla para que exhalase su aroma durante más tiempo. Vi también mariposas suaves, llenas de color, pero parecían tan felices que no intenté coger ninguna. Vi también al pichoncito en su nido, pero…, al subir al árbol, noté la mirada triste de su madre y preferí dejarlo allí…
Así que traigo conmigo el perfume de la flor, la libertad de las mariposas y la gratitud que observé en los ojos de la madre del pajarito. ¿Cómo puedo enseñaros lo que he traído?
La maestra le dio las gracias a la alumna y emocionada le dijo que había sido la única en advertir que lo que amamos no es un trofeo y que al amor lo llevamos en el corazón.
El amor es algo que se siente. Hay que tener sensibilidad para vivirlo

Extraido: Internet, anonimo. (http://educamosjuntoscuentos.blogspot.com/)

A tu lado



Un enigma tras otro en el camino,

En cada árbol un mensaje.

Detenerse una opción,

Si madurar uno quiere.


¿Qué destino es el correcto?,

¿Qué palabras son las indicadas?

Porque cada desvío,

Es una nueva vida que vivo.


Sostengo mi brújula, que es tu mano,

Y tus palabras son mi conciencia.

La vida me deja muchas opciones a mi lado,

Tenerte, a mi lado, mi mayor inteligencia.

El escorpión y la rana




Había una vez una rana sentada en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión que le dijo:
—Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? Puedes llevarme a tu espalda…
—¿Que te lleve a mi espalda? —contestó la rana—. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. Lo siento, pero no puede ser.
—No seas tonta —le respondió entonces el escorpión—. ¿No ves que si te pincho con mi aguijón, te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré?
Y la rana, después de pensárselo mucho se dijo a sí misma:
—Si este escorpión me pica a la mitad del río, nos ahogamos los dos. No creo que sea tan tonto como para hacerlo. Y entonces, la rana se dirigió al escorpión y le dijo:
—Mira, escorpión. Lo he estado pensando y te voy a ayudar a cruzar el río. El escorpión se colocó sobre la resbaladiza espalda de la rana y empezaron juntos a cruzar el río.
Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, en una zona del río donde había remolinos, el escorpión picó con su aguijón a la rana. De repente la rana sintió un fuerte picotazo y cómo el veneno mortal se extendía por su cuerpo. Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión, pudo sacar las últimas fuerzas que le quedaban para decirle:
—No entiendo nada… ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir. Y entonces, el escorpión la miró y le respondió:
—Lo siento ranita. Es mi naturaleza, es mi esencia, no he podido evitarlo, no puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme.
Y poco después de decir esto, desaparecieron los dos, el escorpión y la rana, debajo de las aguas del río.
Extraido: Wikipedia, atribuido a Esopo

lunes, octubre 17, 2011

El maestro Sufi





El Maestro sufi contaba siempre una parola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían el sentido de la misma…

- Maestro, lo encaró uno de ellos una tarde.

- Cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado…

- Pido perdón por eso. Se disculpó maestro Permíteme que en señal de reparación te convide con una rica manzana.

- Gracias maestro.- respondió halagado el discípulo

- Quisiera, para agasajarte, pelarte tu manzana yo mismo. Me permites?

- Sí muchas gracias dijo el discípulo.

-Te gustaría que, ya que tengo en mi mano un cuchillo, te la corte en trozos para que te sea más cómodo?…

- Me encantaría.. Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro…

- No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte…

- Permíteme que te la mastique antes de dártela…

- No maestro. No me gustaríaque hicieras eso! Se quejó el sorprendido el discípulo.

El maestro hizo una pausa y dijo:

- Si yo les explicara el sentido de cada cuento… seríacomo darles a comer una fruta masticada.

Extraido: Anonimo, internet http://www.creceroperecer.com/2007/03/09/el-maestro-sufi-2/