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miércoles, junio 01, 2016

El puente



No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas adyacentes cayeron en un conflicto. Este fue el primer conflicto serio que tenían en 40 años de cultivar juntos hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes en forma continua. 


Esta larga y beneficiosa colaboración terminó repentinamente. Comenzó con un pequeño malentendido y fue creciendo hasta llegar a ser una diferencia mayor entre ellos, hasta que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio. 



Una mañana alguien llamó a la puerta de Luis. Al abrir la puerta, encontró a un hombre con herramientas de carpintero. "Estoy buscando trabajo por unos días", dijo el extraño, "quizás usted requiera algunas pequeñas reparaciones aquí en su granja y yo pueda ser de ayuda en eso". 



"Sí", dijo el mayor de los hermanos, "tengo un trabajo para usted. Mire, al otro lado del arroyo, en aquella granja, ahí vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor". 



"La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros y él tomó su buldózer y desvió el cauce del arroyo para que quedara entre nosotros". 



"Bueno, él pudo haber hecho esto para enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor. ¿Ve usted aquella pila de desechos de madera junto al granero?" 



"Quiero que construya una cerca, una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca más." 



El carpintero le dijo: "Creo que comprendo la situación. Muéstreme donde están los clavos y la pala para hacer los hoyos de los postes y le entregaré un trabajo que lo dejará satisfecho." 



El hermano mayor le ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejó la granja por el resto del día para ir por provisiones al pueblo. 



El carpintero trabajó duro todo el día midiendo, cortando, clavando. 



Cerca del ocaso, cuando el granjero regresó, el carpintero justo había terminado su trabajo. 



El granjero quedó con los ojos completamente abiertos, su quijada cayó. 



No había ninguna cerca de dos metros; en su lugar había un puente. Un puente que unía las dos granjas a través del arroyo. Era una fina pieza de arte, con todo y pasamanos. 



En ese momento, su vecino, su hermano menor, vino desde su granja y abrazando a su hermano le dijo: "Eres un gran hombre, mira que construir este hermoso puente después de lo que he hecho y dicho". 



Estaban en su reconciliación los dos hermanos, cuando vieron que el carpintero tomaba sus herramientas. "¡No, espera!", le dijo el hermano mayor, "quédate unos cuantos días. Tengo muchos proyectos para ti". 



"Me gustaría quedarme" dijo el carpintero, "pero tengo muchos puentes por construir." 

Extraído: internet, http://corrupcionycrimen.blogspot.com

miércoles, abril 27, 2016

Lloviendo letras



Peldaños de  plomo fundido,
estallidos de olvidos de ninguna parte.
Sonidos en minutos de vagabundo,
escrituras rasgadas de preguntas sin respuesta.

Aire de un puerto lejano,
vida de encontrar los sueños.
Olas al viento de un faro roto,
latidos a cada uno de los momentos.

Voz callada de lluvia,
tiempo colgado de un paraguas.
Grises de vergüenza a la lejanía,
senderos de hojas caducas.

Manos al viento del recuerdo,
paz en la nada.
Cielos de la pausa de un reino,
donde la lluvia es magia.

Centrarse en una sola cosa



El joven Tanit fue a ver al sabio del pueblo y le preguntó:


- Señor, ¿qué debo hacer para conseguir lo que yo quiero?

El sabio no contestó. Tanit se marchó después de repetir su pregunta varias veces con el mismo resultado.
Volvió al día siguiente con la misma pregunta. De nuevo no obtuvo ninguna respuesta por lo que volvió por tercera vez y repitió su pregunta:

- ¿Qué debo hacer para conseguir lo que yo quiero?

El sabio le miró y dijo:
- Ven conmigo

Y se dirigieron a un río cercano. Entró en el agua llevando al joven de la mano y cuando alcanzaron cierta profundidad el sabio se apoyó en los hombros del joven y lo sumergió en el agua. Pese a los esfuerzos del joven por liberarse, allí lo mantuvo el sabio un largo rato. Al fin lo soltó y Tanit pudo recuperar su aliento.
Entonces el sabio le preguntó:

- Cuando estabas bajo el agua, ¿qué era lo que más deseabas?

Sin vacilar Tanit contestó:
- Aire, quería aire.

- ¿No hubieras preferido mejor riquezas, comodidad, placeres, poder o amor?

- No, señor, deseaba aire, necesitaba aire y solo aire – fue su inmediata respuesta.

- Entonces – contestó el sabio -, para conseguir lo que tú quieres debes quererlo con la misma intensidad que querías el aire, debes luchar por ello y excluir todo lo demás.

- Debe ser tu única aspiración día y noche.

- Si tienes ese fervor, conseguirás sin duda lo que quieres.

Maestro: con el esfuerzo, la insistencia y centrando tu energia en una única cosa conseguirás todo lo que te propones.

Extraído: Internet, www.contarcuentos.com-cuentos hindúes

viernes, abril 22, 2016

Los libros


Ajenos a la sombra del tiempo,
cometas del conocimiento,
sonrisas del sentimiento,
estrellas en el cielo de papel por cuerpo.

Ojos que asoman aventuras,
bailes de nuevos días,
deshielo de las rutinas,
compañeros de nunca jamás.

Utópicos mundos de palabras,
entregados a cualquier dueño.
Nacidos de un sueño,
pluma de infinitas paginas.

Pasos a golpe de tinta,
rebrotes de alma,
aire de magia,
vagabundas palabras en la senda.

Todo es pasajero



Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte:

- Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.

Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total... Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada.
El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo:

-No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje -el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey-. Pero no lo leas -le dijo- mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación-

Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino...

De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso: Simplemente decía "ESTO TAMBIEN PASARA".
Mientras leía "esto también pasará" sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos.

El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes... y él se sentía muy orgulloso de sí mismo.
El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo:

-Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.


-¿Qué quieres decir? -preguntó el rey-. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.

-Escucha -dijo el anciano-: este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero.

El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: "Esto también pasará", y nuevamente sintió la misma
paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado.
Entonces el anciano le dijo:

-Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas. 

Extraído: El libro de los cuentos

sábado, abril 16, 2016

Escapando las palabras



Dar rienda suelta a los caballos de mis pensamientos,
fluir por el rio de los sentimientos.
Tinta recogida del corazón,
vientos salientes del caparazón.

Melodía abanderada por el tiempo,
creatividad en movimiento.
Mis manos posadas en un blanco lienzo,
y que surja la magia del momento.

Palabras con aroma de sueños,
alas de libertad sin dueños.
Vendas al aire con pasión,
brisas de vida en mi balcón.

Así es mi naturaleza



Un maestro oriental que vio cómo un escorpión se estaba ahogando decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el escorpión lo picó.
Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, el animal cayó al agua y de nuevo empezó a ahogarse.

El maestro intentó sacarlo otra vez y otra vez el escorpión lo picó...

Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo:


"Perdone, ¡pero usted es terco!, ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua, el escorpión lo picará?


El maestro respondió:

"La naturaleza del escorpión es picar y eso no va a cambiar mi naturaleza, que es ayudar a los demás".

Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.

Moraleja:

No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; sólo toma precauciones.
Algunos persiguen la felicidad, otros la crean. Tenlo presente siempre.
Que la conducta y las acciones de otras personas jamás condicionen las tuyas, nunca cambies tu esencia.
Si una rosa cambiara su esencia, dejaría de ser rosa.
Si tú cambiaras tu esencia dejarías de ser tú.
El crecer o madurar no implica cambiar tu esencia.
Recuerda que si te ha dolido alguna vez el alma, es porque Dios te ha agarrado demasiado fuerte para que no caigas..., así que cuando la vida te presente mil razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y un razones por las cuales sonreír...
 


Extraído, internet: http://sacredvalleytribe.com/El-libro-de-los-cuentos.pdf

viernes, abril 15, 2016

Contigo


Cada instante del quererte,
cada libertad al amarte.
Tu mirada sobre mi pensamiento,
y tu sonrisa el faro de mi mundo.

Latidos infinitos de mi corazón,
puerta cerrada a la razón.
Tu mirada a cada momento,
aturdido el rey del tiempo.

Palabras reinas de la utópica  nación,
senderos pintados de valor.
Manos entrelazadas de amor sincero,
viaje de un corazón sujeto.

Cada instante al mirarte,
cada sensación de tenerte.
La brisa de tu alma en mi puerto,
y el atardecer cantando al viento.